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Carta abierta al mundo musulmán

Recordamos el mensaje escrito por Abdenour BIDAR tras el atentado de Charlie Hebdó en París


Querido mundo musulmán, soy uno de tus hijos alejados que te mira desde fuera y de lejos -desde este país que es Francia, donde tantos de tus hijos viven hoy. Yo te miro con mis ojos severos de filósofo alimentado desde su infancia por el tacawwuf (sufismo) y por el pensamiento occidental. ¡Yo te miro  pues desde  a partir de mi posición de barzakh, de istmo entre los dos mares de Oriente y de Occidente!
Y ¿qué es lo que veo? ¿Qué es lo que yo veo mejor que otros  sin duda  porque justamente yo te miro de lejos, con el alejamiento de la distancia? Yo te veo en un estado de miseria y de sufrimiento que me vuelve infinitamente triste, pero que me vuelve todavía más severo mi pensamiento de filósofo. Porque yo te veo dando a luz un monstruo que pretende llamarse Estado Islámico y al que algunos prefieren dar un nombre de demonio: DAESH. Pero lo peor es que yo te veo perderte- perder tu tiempo y tu honor- en la negativa de reconocer que este monstruo ha nacido de ti, de tus vagabundeos, de tus contradicciones, de tu descuartizamiento entre pasado y presente, de tu incapacidad demasiado duradera para encontrar tu lugar en la civilización humana.
En efecto, ¿qué dices frente a este monstruo? Tú gritas “¡Este no soy yo!”, “Esto no es el Islam”. Tú rechazas que los crímenes de este monstruo sean cometidos en tu nombre (hash-tag:”Not In My Name= No en mi nombre”). Tú te sublevas porque el monstruo usurpa tu identidad, y por supuesto tienes razón de hacerlo. Es indispensable que ante el mundo proclames así, alto y fuerte, que el islam denuncia la barbarie. ¡Pero es completamente insuficiente! Porque tú te refugias en el reflejo de la autodefensa sin asumir también y sobre todo la responsabilidad de la autocrítica. Te contentas con indignarte cuando este momento hubiese sido una ocasión histórica de volver a ponerse en cuestión. ¿Y tú acusas en lugar de tomar tu propia responsabilidad: “Parad, vosotros los occidentales y todos vosotros los enemigos del islam, de asociarnos a este monstruo! ¡El terrorismo no es el islam, el verdadero islam, el buen islam que no quiere la guerra sino la paz!”.
Yo oigo este grito de revuelta que sube en ti, oh mi querido mundo musulmán, y yo lo comprendo. Sí, tienes razón, como todas las otras grandes inspiraciones sagradas del mundo que el islam ha creado a lo largo de su historia, acerca de la Belleza, de la Justicia,, del Sentido del Bien, y ha iluminado poderosamente el ser humano en el camino del misterio de la existencia…Yo peleo aquí en Occidente, en cada uno de mis libros, para que esta sabiduría del islam y de todas las religiones¡ no se olvide ni sea despreciada!  Pero desde mi lejana posición veo también otra cosa que tú no sabes ver…Y esto me inspira una pregunta- La gran pregunta: ¿por qué este monstruo te ha robado tu imagen? ¿Por qué  este monstruo innoble ha escogido tu imagen y no la de otro? Es que en realidad detrás de ese monstruo se esconde un inmenso problema, que tú no pareces estar preparado a mirar de frente. Por tanto, será necesario que termines por  tener el coraje de hacerlo.
Este problema es el de las raíces del mal. ¿De dónde vienen  los crímenes de ese aparente “Estado Islámico”? Yo te lo voy a decir, mi amigo. Y esto no te va a dar gusto, pero es mi deber de filósofo. Las raíces de este mal que te roba hoy tu imagen están en ti mismo, ¡el monstruo ha salido de tu propio vientre y surgirán tantos otros monstruos todavía peores que éste mientras tardes en admitir tu enfermedad para atacar al fin esta raíz del mal Incluso los intelectuales occidentales tienen dificultad en verlo: para la mayoría han olvidado tanto lo que es el poder de la religión, – para bien o para mal, sobre la vida y sobre la muerte- que me dicen: “ No, el problema del mundo musulmán no es el islam, no es la religión, sino la política, la historia, la economía,, etc.” No se acuerdan más que ¡la religión puede ser el corazón del reactor de una civilización humana! Y que el futuro de la humanidad pasará mañana no solamente por la resolución de la crisis financiera sino de forma más esencial por la resolución de la crisis espiritual sin precedente que atraviesa nuestra humanidad entera! ¿Sabremos todos reunirnos, a escala del planeta, para afrontar este desafío fundamental? La naturaleza espiritual del hombre tiene horror del vacío, y si ella no encuentra nada nuevo para llevarlo ella lo hará mañana con religiones siempre más inadaptados al presente-  y quién como actualmente el islam, se pondrá entonces a producir monstruos.
Yo veo en ti, oh mundo musulmán, fuerzas inmensas dispuestas a levantarse para contribuir a este esfuerzo mundial para encontrar una vida espiritual en el siglo XXI. A pesar de la gravedad de tu enfermedad, hay en ti una multitud extraordinaria de mujeres y hombres que están preparados a reformar el islam, a reinventar su genio más allá de sus formas históricas y a participar así a la renovación completa de la relación que la humanidad mantenía hasta allí  con sus dioses! Es a todos ellos, musulmanes y no musulmanes que sueñan juntos por la renovación espiritual, a quienes me he dirigido en mis obras! Para darles con mis palabras de filósofo, confianza en lo que vislumbran en su esperanza!
Pero estas musulmanas y estos musulmanes que miran hacia el futuro no son todavía bastante numerosos ni su palabra bastante fuerte. Todos éstos, a quienes saludo por su lucidez y coraje, han visto perfectamente que es el estado general de enfermedad profunda del mundo musulmán que explica el nacimiento de los monstruos terroristas con los nombres de  Al Qaida, Al Nostra, AQMI o “Estado Islámico”. Ellos han comprendido que esos no son más que los síntomas los más visibles en un cuerpo enfermo, cuyas enfermedades crónicas son las siguientes: impotencia para instituir democracias durables en las que se reconozca como derecho moral y político la libertad de conciencia ante los dogmas de la religión; dificultades crónicas para mejorar la condición de las mujeres en el sentido de la igualdad, de la responsabilidad y de la libertad; impotencia para separar suficientemente el poder político de su control por la autoridad de la religión; incapacidad para instituir un respeto, una tolerancia y un verdadero reconocimiento del pluralismo religioso y de las minorías religiosas.
Abdenour Bidar
¿Todo esto sería la culpa de Occidente?¿Cuánto tiempo precioso vas a perder todavía, oh querido mundo musulmán, con esta acusación estúpida a la que tú mismo no crees más, y tras la cual te escondes para continuar a mentirte a ti mismo? Desde el siglo XVIII en particular, es tiempo de reconocer, que has sido incapaz de responder al desafío de Occidente. Sea que te has refugiado de manera infantil y mortífera en el pasado, con la regresión obscurantista del wahhbismo que continúa a hacer devastaciones casi por todas partes dentro de tus fronteras, un wahhhabismo que tú difundes a partir  de tus lugares santos de Arabia Saudita como un cáncer que saldría de tu corazón mismo! Sea que tu has seguido lo peor de este occidente, produciendo como él nacionalismos y  un modernismo que es una caricatura de modernidad quiero hablar sobre todo de este desarrollo tecnológico sin coherencia con su arcaísmo religioso que hace de sus “élites” riquísimos del golfo, solamente víctimas consentidoras de la enfermedad mundial que es el culto del dios dinero.
¿Qué tienes hoy tú de admirable, amigo mío? ¿Qué es  lo que queda en ti digno de suscitar el respeto de otros pueblos y civilizaciones de la Tierra? ¿Dónde están tus sabios y tienes todavía una sabiduría a proponer al mundo? ¿Dónde están tus grandes hombres? ¿Quiénes son tus Mandela, quiénes son tus Gandhis, quiénes son tus Aung San Suu Kyi? ¿Dónde están tus grandes pensadores cuyos libros deberían ser leídos en el mundo entero como en tiempos de los matemáticos y los filósofos árabes o persas que eran referencia  desde la India hasta  España? En realidad te has vuelto tan débil tras la certeza que tu pregonas siempre sobre tí mismo…Tú no sabes más quien eres ni dónde quieres ir, y ésto te vuelve tan desdichado como agresivo…Te obstinas a no escuchar a quienes te invitan a cambiar liberándote en fin del dominio que tú has ofrecido a la religión sobre toda la vida.
Tú has escogido considerar que Mahoma era profeta y rey. Tú has escogido definir el Islam como religión política, social, moral, debiendo reinar como un tirano tanto sobre el Estado como sobre la vida civil, tanto en la calle y en casa como en el interior de cada conciencia. Tú has elegido creer e imponer que el islam quiere decir “sumisión” cuando el Corán mismo proclama que ” no hay coacción en religión”.(La ikraha fi Din).¡Has hecho de su llamada a la libertad el imperio de la coacción! ¿Cómo puede una civilización traicionar hasta un extremo su propio texto sagrado?
Muchas voces que tú no quieres oir se levantan hoy en la Oumma para denunciar este tabú de una religión autoritaria e indiscutible…hasta el punto en que demasiados creyentes han interiorizado de tal manera una cultura de la sumisión a la tradición y a los “maestros de religión” (imanes, muftíes, shouyoukhs, etc…) que ellos no comprenden tan siquiera que se les habla de libertad espiritual, ni que se les hable de elección personal cara a los “pilares” del islam. Todo esto constituye para ellos una “línea roja” tan sagrado que ellos no osan dar a su propia conciencia el derecho de ponerlos en cuestión! Hay tantas familias en las que esta confusión entre espiritualidad y esclavitud está incrustada en los espíritus desde su más tierna edad, y donde la educación espiritual es de tal pobreza que todo lo que se refiere a la religión queda como algo que no se discute!

 
Ahora bien, esto evidentemente no está impuesto por el terrorismo de algunas tropas de fanáticos embarcados por el Estado islámico. No, este problema es infinitamente más profundo! Pero, ¿quién quiere oírlo? Silencio sobre eso en el mundo musulmán, y en los medios occidentales no se oyen más que todos esos especialistas del terrorismo que agravan día tras día la miopía general! No hace falta que te ilusiones, oh mi amigo, haciendo creer que cuando habremos terminado con el terrorismo islamista el islam habrá arreglado sus problemas! Porque todo lo que yo acabo de evocar- una religión tiránica, dogmática, literalista, formalista, machista, conservadora, regresiva- es a menudo el islam ordinario, el islam cotidiano que sufre y que hace sufrir demasiadas conciencias, el islam del pasado sobrepasado, el islam deformado por todos los que lo instrumentalizan políticamente, el islam que termina aún y siempre por asfixiar las Primaveras árabes y la voz de todas sus juventudes que piden otra cosa. ¿Cuándo  pues vas tú  a hacer por fin esta revolución que en las sociedades y en las conciencias hará reinar definitivamente espiritualidad y libertad?
Por supuesto, en tu inmenso territorio hay islotes de libertad espiritual: familias que transmiten un islam de tolerancia, de elección personal, de ahondamiento espiritual; lugares en donde  el islam da todavía lo mejor de sí mismo, una cultura del compartir, del honor, de la búsqueda del saber y una espiritualidad en búsqueda de ese lugar sagrado donde el ser humano y la realidad última que se llama Allâh se encuentran. Hay en tierra de Islam y en las comunidades musulmanas de todo el mundo, conciencias fuertes y libres. Pero ellas quedan condenadas a vivir su libertad sin reconocimiento de un verdadero derecho, a sus riesgos y peligros cara al control comunitario o incluso a veces cara a la policía religiosa. Nunca de momento tienen el derecho  de decir  “Yo elijo mi islam”, “Yo tengo mi propia relación con el islam”, esto no ha sido reconocido oficialmente por el “islam oficial” de los dignatarios. Estos al contrario se ensañan a imponer que” la doctrina del islam es única y que la obediencia a los pilares del islam es la única vía derecha” (sirâtou-l-moustaqîm).

Este rechazo del derecho a la libertad cara a la religión es una de las raíces del mal que tu sufres. Oh mi querido mundo musulmán, uno de esos vientres oscuros donde crecen los monstruos que tú haces saltar desde hace algunos años ante la faz asustada del mundo entero. Porque esta religión de hierro impone a tus sociedades enteras una violencia insostenible. Ella encierra siempre demasiadas de tus hijas y todos tus hijos en la jaula de un Bien y de un mal, de un ilícito (halâl) y de un ilícito ( harâm) que nadie elige pero que todo el mundo padece. Ella aprisiona las voluntades, condiciona los espíritus, impide o traba toda elección de vida personal. En demasiadas de tus regiones tú asocias todavía la religión y la violencia – contra las mujeres, los “malos creyentes”, las minorías  cristianas u otras, los pensadores y los espíritus libres, los rebeldes – de tal forma que esta religión y esta violencia terminan por confundirse, en los más desequilibrados y los más frágiles de tus hijos en la monstruosidad del jihad!
Entonces no te extrañes, por favor, que demonios como el supuesto Estado islámico te hayan robado tu casa! Los monstruos y los demonios no roban más que las caras que están ya deformadas por demasiadas muecas! Y si tú quieres saber cómo no dar a luz tales monstruos, yo voy a decírtelo. Es sencillo y difícil al mismo tiempo. Es necesario que comiences por reformar toda la educación que das a tus hijos, en cada una de tus escuelas, en cada uno de tus hogares del saber y del poder. Que tú los reformes para dirigirlos según  los principios universales (incluso si tú no eres el único a transgredirlos o a  persistir en su ignorancia): la libertad de conciencia, la democracia, la tolerancia y el derecho de ciudadanía para toda diversidad de visiones del mundo y de creencias, la igualdad de sexos y la emancipación de las mujeres de toda tutela masculina, la reflexión y la cultura crítica del religioso en las universidades, la literatura, los medias. Tú no puedes más echarte para atrás, tú no puedes por más tiempo hacer menos que todo ésto! Es el único medio para ti de no dar a luz tales monstruos, y si tú no lo haces serás pronto devastado por su poder de destrucción.
Querido mundo musulmán… yo no soy más que un filósofo, y  como de costumbre algunos dirán que el filósofo es un herético. Por tanto, yo no busco más que a hacer resplandecer de nuevo la luz – es el nombre que tú me has dado quien me lo ordena, Abdendour,” Servidor de la luz”. Yo no habría sido tan severo en esta carta si yo no creyera en ti. Como se dice en francés,” Quien bien te quiere  te hará llorar”. Y al contrario todos los que hoy no son bastante severos contigo- que quieren hacer  de ti una víctima – todos esos en realidad no te rinden servicio! Yo creo en ti, yo creo en tu contribución para hacer mañana de nuestro planeta un universo a la vez más humano y más espiritual.
Salâm, que la paz sea contigo


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