Cogiendo como referentes a Carlos González en su libro: “Mi niño no me come” y a Julio Basulto en el suyo de “Se me hace bola”, os voy a dar unas indicaciones para que el momento de las comidas sea más relajado tanto en casa como en los comedores escolares.
Los dos autores coinciden en que jamás bajo ningún concepto hay que obligar a comer. La imposición es una mala práctica, así como la de distraer o entretener durante la hora de comer. El momento de la comida debe ser un momento en el que la familia se reúne y hablan de algunos temas. En ocasiones por temas de horarios y conciliación, es difícil que esto ocurra. Pero en la medida de lo posible, l@s niñ@s no deberían comer solos. Ya que es un momento educativo interesante. Aparte de observar modales del adulto, es un acto social satisfactorio.
En los comedores escolares l@s niñ@s interactúan con otros en la misma mesa. Aprenden los unos de los otros y se relacionan de una manera más distendida.
Erróneamente se cree que si apuntamos al niñ@ al comedor escolar aprenderá a comer de todo porque ahí le obligarán. Julio Basulto argumenta esto como una agresión al niñ@. Los alimentos se deben ir introduciendo, dando a probar, ofrecer sin imponer. Igual que la cantidad. Cada niñ@ tiene diferente apetito aunque tenga la misma edad. No se puede exigir que todos coman lo mismo.
En los comedores escolares, aparte de la variedad y de diseñar un menú saludable y equilibrado es interesante revisar las cantidades y los gustos. Poder ofrecer alguna alternativa. Cuando vas a un restaurante, en el menú diario hay como mínimo tres primeros y tres segundos. L@s adultos podemos elegir según nuestros gustos y los niñ@s deben comer lo que nosotros queremos. Carlos González habla de ser flexible y ofrecer opciones ya elaboradas, como algo que sobró de la cena… no ponerse a cocinar algo nuevo porque el plato principal no le gusta.
Debemos evitar los chantajes: “si te comes esto… ¡¡tendrás postre doble!!”. Ese tipo de intercambio de alimento es erróneo y nos llevará a incoherencias con los dulces.
También ellos hablan de respetar los horarios biológicos de cada niñ@. Aunque sea difícil intentar ajustar las comidas en función del apetito. Siguiendo un orden. Pero no negar algo de comer cuando tienen hambre porque deben esperar a la hora establecida para comer.
“En mi opinión, hay que respetar las innatas sensaciones de hambre y saciedad del niño sin olvidarnos de tres cuestiones importantes: recordar que la lactancia materna sigue siendo un importante factor nutritivo a partir del año de edad, eliminar de nuestro hogar el máximo número posible de alimentos insanos, y predicar con el ejemplo”, dice el nutricionista Julio Basulto.