En las plantas de biogás se produce gas (biogás) gracias a la fermentación controlada de biomasa que, gracias a su alto contenido en metano, puede emplearse para la producción de energía eléctrica y/o térmica. La planta de biogás necesita ser alimentada con materias primas, que se conocen generalmente como sustratos, y pueden ser estiércol, productos agrícolas y residuos agroindustriales.
El primer paso es alimentar la planta con la materia que utilice, por ejemplo los residuos citados. Estos residuos han sido almacenados previamente en una fosa de reserva y, además, antes de verterse en el fermentador, los residuos agroalimentarios se calientan en un intercambiador de calor tubular.
Un vez que se han añadido los diferentes sustratos al fermentador, unas aspas los remueven continuamente para evitar la formación de capas flotantes. Asimismo, los fermentadores disponen de unos calentadores en su perímetro que mantienen la mezcla a unos 40º C, lo que facilita la formación de metano. Toda la mezcla se mantiene durante unos 60 días en el interior del fermentador.
El producto final es un abono de alta calidad.
Cuando el fermentador de las plantas de biogás se rellena con biomasa fresca, se calienta y se remueve, se inicia el proceso de formación del gas. Las grasas y los hidratos de carbono de los componentes son digeridos por bacterias que generan grandes cantidades de metano durante la digestión.
El gas resultante (compuesto por un 60 % de metano y un 40% de vapor de agua, dióxido de carbono, hidrógeno y ácido sulfhídrico) va ascendiendo continuamente en el depósito (está cerrado herméticamente) lo que permite su extracción del depósito.
El gas resultante, ya limpio de impurezas, se pasa a través de un compresor que lo prepara para la posterior combustión. Finalmente el gas se utiliza para alimentar los generadores de electricidad.
Además de producir electricidad y abonos de alta calidad, el calor resultante de la refrigeración de los generadores de electricidad se emplea para calentar la mezcla de los digestores, por lo que el aprovechamiento de la energía producida es máxima. Además, este calor también puede ser empleado como calefacción en casas o industrias que estén próximas a la planta de generación, lo que reduciría considerablemente el gasto energético.