“La Primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido…” Antonio Machado Ruiz sí sabía que la primavera era para él y así el Coronavirus para hoy.
Sacar fuerza de la flaqueza es como subirse al hombro de un gigante y avanzar a paso seguro.
Todo apocalipsis bien leído no es abocarse sea al futuro o al pasado sino escribirlo lúcidamente en primer lugar algo así como sintiéndose detrás de un espejo.
Tener temor del miedo es un auto bloqueo que espeluzna sin contagiar esperanza.
La esperanza en si no es un deseo ni una quimera sino que conlleva esperar en “anza” como en la palabra confianza.
Hay un grueso y un hueso en la persona esperanzada que la mantiene en pie porque el conjunto la avala.
Entrar en un proceso de selección natural como el presente se debe a que la naturaleza no perdona dos veces…
La matriz que nos relega obliga a la poda de las ramas que se deben al tronco dejando que las raíces se afiancen.
La muerte sí es la sombra de la vida y sin ésta pobre figura.
Alberto Einstein ya de escolar en sus catorce años lo debatió con su maestro: El mal es ausencia del bien; la oscuridad es la ausencia de la luz así como el frio es la ausencia del calor.
La cultura del bien estar sin basarse en esta cultura perenne del bien ser que mantiene el ADN vital entrelazado y en espiral abierta puede dejarnos a la deriva y causar la extinción del Sapiens como lo fue la del Neandertal.
No entramos en este mundo a solas así como igualmente no lo dejamos también.
Las acciones solidarias que surgen, el reposo en las vías aéreas, terrestres y marítimas así como un régimen de vida más familiar y frugal sean esto un botón de muestra de cómo la superación y erradicación del virus en cuestión puede afianzarnos esperanzados unos con otros haciendo casa común.
Srs periodistes : Artículo s’escriu amb accent.