Hay una relación entre crisis económica y aumento de vehículos viejos en las carreteras. Tenemos un efecto claro de la incidencia de la crisis a raíz de la pandemia. Así mucha gente, en lugar de cambiar de coche, aguanta su vehículo en uso aunque esté ya viejecito.
Un vehículo que tiene más años necesita un mayor control de varios puntos claves para garantizar su buen funcionamiento. Podemos llevarlo a nuestro taller de confianza pero si va sumando averías y ya decidimos antes no gastar en comprar un coche nuevo o mejor, lo que deberíamos hacer es implicarnos más en su buen mantenimiento. En ello va nuestra seguridad.
Al adquirir el hábito de revisar ciertos puntos, mejoraremos el funcionamiento de nuestro coche, podremos anticiparnos a las averías para que no nos pillen desprevenidos y mejoraremos la seguridad al volante.
1. Nos olvidamos muy frecuentemente del estado del limpiaparabrisas. Como no lo usamos todos los días, sólo es en el momento en el que caen unas cuantas gotas que accionamos el dispositivo. Si hace mucho que no lo hemos utilizado podemos encontrarnos con la situación de que no limpia bien y no nos ofrece una visión clara de la carretera. O que el depósito del agua ya no tiene ni gota y vamos arrastrando barro sobre el cristal. Mirar el estado de las gomas y el nivel del depósito asegurándonos de que tenga agua destilada es el primero de nuestros consejos.
2. Todas las luces en perfecto estado. Desde detrás del volante quizás no vemos todas las luces del vehículo de noche pero tenemos que cerciorarnos de que funcionan. Si alguna se fundió, cambiarla es fácil y hay un bonito manual del conductor en cada coche que nos recuerda cómo sustituir la bombilla que corresponda de manera relativamente fácil. Además nos evitaremos una multa, porque no se puede ir conduciendo sin las luces reglamentarias.
3. Las ruedas son el contacto del vehículo con la carretera. Vigilar la presión de los neumáticos, corregir si es necesario y comprobar que el dibujo del neumático no esté demasiado gastado es fundamental para circular como toca. En todas las estaciones de servicio hay un compresor para regular la presión y en el manual del coche o en una tabla junto al compresor deberíamos encontrar los niveles diferenciados entre ruedas delanteras y ruedas traseras.
4. Escuchar al coche. Un ruido, un gruñido, una vibración que antes no estaba. Tenemos que escuchar al coche y seguir con atención ese sonido. Puede estar diciéndonos que hay algo que no va bien o que hay que ir a cambiar los frenos o que se ha enganchado algo en la parte baja del vehículo. También cambia mucho el sonido de tu coche si tiene un agujero en el tubo de escape. En Menorca (dicho por los mecánicos) muchos coches sufren problemas en el sistema de escape. La condensación interna acaba por corroer el metal y esos agujeros se tienen que arreglar antes de que suponga cambiar el silenciador y el tubo de escape entero.
5. Mirar los niveles de los líquidos. En un motor normal hay varios puntos a tener en cuenta; el nivel del aceite de motor, el líquido de dirección, el líquido de frenos, el de la transmisión, el anticongelante y el del limpiaparabrisas. Ah, y el del combustible, claro.
6. Quizás no seas para nada aficionado a la mecánica pero al mirar el motor de tu coche sí puedes identificar algunos detalles para comprobar si están bien; es estado de las mangueras, tubos, cables y sobre todo correas. Si éstas últimas están agrietadas, ves pidiendo hora al mecánico. Ha llegado la hora de cambiarlas.
7. Si al darle al botón del aire acondicionado ya no enfría, es que necesita una nueva carga de gas. Suele pasar al cabo de cierto tiempo. Todo lo bueno se acaba, y el aire fresco también.
8. Los goznes de la batería deben estar limpios. Puedes utilizar un equipo de comprobación de carga de tanto en cuanto para que no te encuentres con la situación de que un día vas a coger el coche y la batería dio su último suspiro.
Por último, poner interés en tu coche y mimarlo hará que dure mucho más y que sea más seguro. Y por menos dinero.