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Pican y están en el mar

Las medusas no son los únicos seres urticantes con los que te puedes tropezar en el agua

Anémona bonita pero poco amigable
Anémona bonita pero poco amigable
Se mira pero no se toca, es un principio útil en el mar

A la hora de ir a nadar al mar, uno de los primeros ejercicios que debemos hacer es comprobar de qué color es la bandera de la playa. La presencia de medusas es variable. Se mueven con las mareas y las corrientes y hay veces que pueden brillar por su ausencia o, por contra, suponer una multitud gelatinosa de la que hay que marcas distancias.

Las medusas tienen una especie de filamentos largos y casi invisibles que acaban con extremos que producen un efecto urticante. Para aquellos a los que ya nos ha picado alguna vez una medusa sabemos que es doloroso y que crea quemazón y una inflamación. En algunos casos incluso puede dejar marcas en la piel, como una cicatriz.
Pero en el reino de las medusas hay muchos tipos de especies, algunas con picaduras más dolorosas que otras y que, en algunos casos, pueden resultar mortales.

En la costa menorquina la medusas habituales son las más benévolas en este sentido, pero el cambio climático y el aumento de la temperatura media del agua del mar ha hecho que se hayan avistado ya en alguna ocasión las temidas carabelas portuguesas.

A la lista de especies que nos pueden dejar un mal recuerdo de nuestro baño en el mar hay que añadir a los peces araña, los erizos de mar y las ortigas de mar.
Los cnidarios tienen una familia de unas once mil especies diferentes que pican. Los pólipos son como una anémona adherida al suelo o la roca y que pica al pisarse por accidente. Algunos corales (gorgonias) también ejercen un sistema de defensa que se basa en terminaciones que se clavan y descargan una sustancia tóxica para defenderse.

Pese a que pululan las artes para defenderse en el mar, nadar sin miedo y con un poco de prevención permite no padecer ninguna picadura. Se trata de conocer el medio e informarse bien antes de meter el pie en el agua.


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