En el marco del “FabLab del Centre Bit de Alaior”, los denominados makers, o personas que fabrican con tecnología de impresión en 3 dimensiones, consiguieron cumplir el reto de hacer una silla anfibia para regalársela a Natalia Roselló que padece una enfermedad que no le permite moverse. Con ella podrá bañarse en el mar.
Es un paso más en el desarrollo de ideas que van de la imaginación de sus autores hasta el papel (o más bien ordenador) y de aquí a las impresoras 3D. Los primeros pasos de este grupo multidisciplinar de personas entre las que hay ingenieros, empresas de materiales y amigos que aportan su conocimiento, surgió al poco del inicio de la pandemia la iniciativa de crear los elementos necesarios para dotar de recursos de protección personal al personal sanitario que estaba en primera fila frente al COVID aquí en Menorca.
Ahora, la creación de esta silla anfibia ha sido un reto mayor. El resultado del trabajo de combinar las piezas necesarias para conseguir la flotabilidad, que la silla fuera funcional y que tuviera los materiales adecuados para que cumpliera su función.
Según explicó en Radio Menorca el coordinador de este proyecto Ramón Babot tener este primer diseño hecho realidad abre la expectativa a plantear el siguiente paso que podría ser desarrollar la fabricación de este tipo de sillas para que aquellas personas que tengan mermadas sus capacidades de movimiento puedan ir a la playa a refrescarse, algo que hasta el momento solo podían hacer a través del equipo de Cruz Roja y con su equipo.
El siguiente paso debería ir encaminado a mejorar la capacidad de la silla para aguantar más peso. Los makers siguen pensando en cómo optimizar el diseño y utilizar mejores materiales que consigan un artículo óptimo, viable desde el punto de vista comercial y que suponga un valor para las personas discapacitadas. Pero, además, siguen adelante las ideas.
Casi cualquier cosa se puede crear gracias a una impresora 3D. Según Babot, hasta el momento se utiliza mucho para la confección de pequeñas piezas que se dedican a la reparación de máquinas complejas. El diámetro de las piezas que hoy se pueden imprimir es limitado pero se podrían ensamblar o pegar para obtener piezas más grandes, siempre según lo que se quiera construir. Por eso ahora el FabLab supone un paso decidido al desarrollo de ideas Made in Menorca.