El mes de marzo de 2018, todos los medios se hacían eco de las pintadas con las que amaneció uno de los mayores monumentos prehistóricos de Menorca, la Naveta d’es Tudons. Aquel atentado al patrimonio supuso un agravio a los esfuerzos de la administración por poner en valor todo aquello que distingue a la isla como un lugar peculiar.
Lo que hace a Menorca diferente son los más de 1.500 restos arqueológicos que la convierten en el lugar habitado con más densidad del mundo de yacimientos prehistóricos. Asentamientos, espacios funerarios, lugares de culto, grandes construcciones como los talayots y otras de menor tamaño pero exclusivas de la isla, como las taulas y navetas, documentan el carácter excepcional y singular de esta milenaria cultura insular.
Precisamente el numeroso catálogo de elementos que componen esta Menorca Talayótica suponen también un enorme reto para conseguir que su adecuada conservación. En un escenario de lluvias torrenciales, probablemente más numerosas a lo largo de los próximos años según indican algunos modelos de predicción por culpa del cambio climático, podría acelerar la degradación de algunos elementos.
La caída de paredes, piedras, la pérdida de consolidación de los elementos más pesados, son sucesos que podrían darse más a menudo a partir de ahora si no se toman medidas. Y con tantos yacimientos a proteger, habrá que priorizar cuáles obtienen soporte y cuáles no.
En los últimos años se han llevado a cabo trabajos que han permitido reforzar puntualmente algunas piezas de importancia para evitar su derrumbe. Una de las más representativas es la taula de Trepucó, donde una pieza de cemento refuerza la base.
Otra forma de proteger de manera eficiente un determinado yacimiento es el de llevar a cabo una gestión de visitas que permita tener un cierto personal que puede vigilar los cambios que se producen en la yacimiento en caso de producirse, dar aviso e incluso prevenir que se produzcan.
En yacimientos de gran extensión, además, la participación de voluntariado en labores de desbroce o la acción del trabajo de equipos de investigación arqueológica ofrecen al mismo tiempo un control sobre el entorno del yacimiento que ayuda a que no se degrade. Fuera del circuito habitual de los restos prehistóricos más conocidos siguen en el olvido una gran cantidad de lugares que pueden someterse al avance de la naturaleza salvaje, de la erosión o de la actividad agraria que no sabe de su existencia.