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“Nuestra alegría”

Un artículo de Josep Maria Aguiló

"El otoño es, en cierta forma, la estación en la que se percibe con mayor fuerza y continuidad la alegría de quienes tenemos una cierta propensión a la melancolía".
"El otoño es, en cierta forma, la estación en la que se percibe con mayor fuerza y continuidad la alegría de quienes tenemos una cierta propensión a la melancolía".

Dicen los expertos que esta época del año no es demasiado buena para las personas con una cierta tendencia hacia la tristeza y la melancolía. Los días más cortos, el frío y la disminución de las horas de luz solar parecen favorecer un estado de ánimo más bien algo oscuro y apesadumbrado.

Aun así, para el palmesano melancólico, acostumbrado a nuestros super veranos de seis meses, es justamente ahora, en noviembre, cuando de verdad empieza el buen tiempo. En estos días otoñales, es un placer poder andar sin prisas, con tranquilidad, por las diferentes calles y barriadas de Palma, en especial por las inmediaciones del casco antiguo.

Paseando por las calles más recónditas del centro histórico, es posible escuchar además a veces sonidos hoy muy poco habituales, como el de un piano o el de un violín, o el de alguien que está recitando un poema en voz alta. De algún modo, a menudo nos acaban llegando siempre voces, músicas o imágenes que parecen de otra época y de otro país, posiblemente un poco más sosegado y tranquilo que el nuestro.

En muchas callejuelas del casco antiguo hay fincas y palacios que podrían llegar a ser para nosotros como un pequeño refugio de paz y de serenidad. A veces, incluso nos gustaría que alguien nos invitase a subir a alguna de las viejas casas señoriales que en ocasiones podemos encontrarnos a lo largo de nuestro camino.

Tras ser recibidos amablemente por el dueño o la dueña de la casa, recorreríamos las diversas estancias y también la biblioteca, con la amable compañía de los ácaros y los pececillos de plata. Y nos sentaríamos luego cerca de la chimenea para charlar quizás de la melancolía de los Baroja o de la filosofía de Ortega y sus discípulos.

Para algunos palmesanos, no sería tal vez del todo malo poder vivir siempre en el otoño. En esta estación también hay luz y hay vida. El otoño es, en cierta forma, la estación en la que se percibe con mayor fuerza y continuidad la alegría de quienes tenemos una cierta propensión a la melancolía y a la nostalgia, un sentimiento que alguien definió alguna vez como la alegría en la tristeza o la tristeza que a pesar de todo no renuncia nunca a la dicha. Esa es nuestra paradoja. Esa es nuestra alegría.


Comment

  1. … da que pensar también que ya se acabó aquello de cruzarte con grupos de bellas jovencitas en tanga que van a la playa… eso también contribuye a ese estado melancólico y de ensoñación de que vuelva el verano el año que viene…

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