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“Tú sabes que tomé la decisión correcta”

Un artículo de Victoria Florit

(Foto: Pixabay)

Gary Cooper, que estás en los cielos es una película dramática española de 1980 dirigida por Pilar Miró.

Andrea Soriano es una mujer que pasa de los treinta y que ha obtenido un gran éxito en el terreno profesional. Es una prestigiosa realizadora de televisión, aunque a nivel personal siente que su vida ha sido un fracaso. Tiene que ser operada de urgencia y en esos momentos de angustia, reflexiona sobre su vida y su relación con su entorno, y no puede evitar recordar el gran amor de su vida: Gary Cooper

Desde los westerns iniciales de finales del período mudo hasta las grandes obras de los años cuarenta y cincuenta, Gary Cooper fue una de las estrellas más representativas del cine norteamericano. A lo largo de casi cien películas, hechas en 35 años, supo crear un tipo con características propias y llegó a ser uno de los actores más conocidos de la historia del cine.

Hijo de un juez de renombre que llegó a formar parte de la Corte Suprema del Estado, y de una típica dama inglesa que le envió a estudiar a Inglaterra, su carrera como actor se inició con pequeñas intervenciones en películas mudas. En 1929, se convirtió en una de las primeras estrellas del cine sonoro y entre sus creaciones más destacadas aparecen : Adiós a las armas, Juan Nadie ; ¿Por quién doblan las campanas?El árbol del ahorcadoSolo ante el peligro, por el que recibió su segundo Oscar (el primero había sido por Sargento York).

A quien nacimos en el  siglo pasado y  aficionados al “western” aún seguimos  gozando de sus viejas películas y ¿Quién no recuerda las escenas emocionantes de “Solo ante el peligro”?.  Considerada su mejor película, cuenta la crónica de un solitario sheriff que debe combatir contra un conjunto de forajidos tras ser descuidado por los pobladores de un pequeño pueblo del Oeste. Cooper dio lo destacado de sí en una de sus mucho más recordadas interpretaciones, y “Sólo ante el peligro” se transformó en una de las considerables películas de la historia del género consiguiendo un colosal éxito de público y la crítica acuñó términos como western psicológico o crepuscular para referirse a él.

Era de religión episcopaliana y acompañaba a su esposa e hija Mary, que eran católicas, a misa los domingos y según su hija siempre  ponía “la excusa de que las acompañaba porque deseaba oír los fantásticos sermones del padre Harold Ford”.

Entre el actor y el cura surgió una buena amistad, ya que vio en éste un clérigo que “no le sermoneó con el azufre y el fuego del infierno –escribe Mary en su libro sino que supo hacerse amigo suyo. Mi madre le invitó un día a merendar para que pudiera charlar con mi padre.Y, nada más entrar en la sala de armas, se ganó a mi padre manifestando un gran deseo de practicar la caza y la pesca. En los meses siguientes fue su compañero inseparable en el buceo, la caza y todo tipo de excursiones”.

En aquellas actividades, el padre Ford y Cooper estrechaban su amistad y compartían sus respectivas visiones de la vida y dialogaban sobre la fe católica. En mayo de 1959, Gary Cooper recibió el bautismo en la Iglesia católica.

A escasas semanas de su “nueva vida”, Gary Cooper tuvo los primeros síntomas del cáncer y moría el 13 de mayo de 1961, pocos días después de cumplir sesenta años.

La conversión de aquel honrado Juan Nadie sigue pasando inadvertida para muchos biógrafos ocasionales.

Prefieren incidir en los lados oscuros del actor, como alguien conservador, apasionado por las armas, o amante compulsivo, del que hablaban siempre bien las mujeres que pasaron por su vida.

Es posible que muchos de los que no citan su conversión, lo hagan porque creen que lo hizo por miedo a la muerte, se escandalizan de la debilidad humana o, escépticos, no caen en la cuenta del potente anhelo de plenitud que ha anidado o anida en cada uno de nosotros, en convivencia estrecha con incoherencias y bajezas.

Pero Gary unas semanas antes de morir le decía a su amigo Ernest Hemingway, en alusión a hacerse católico: “Tú sabes que tomé la decisión correcta”.

Según reconoció después el escritor, nunca olvidaría aquella conversación con aquel moribundo tumbado en la cama, que le había parecido la persona más feliz de la tierra.


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