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“La importancia de la mascarilla”

Un artículo de Emilio Arteaga

Una mujer con mascarilla.
Una mujer con mascarilla.

Parece que en los próximos días el gobierno español decretará la obligatoriedad de que todos llevemos puesta una mascarilla mientras nos encontremos en espacios públicos, es decir, en todas partes excepto en la estricta intimidad de los hogares privados. Esta es una medida muy necesaria que, de hecho, se está tomando ya con una cierta tardanza, puesto que ya venía siendo demandada por la inmensa mayoría de epidemiólogos y expertos en la diseminación y contagio de las enfermedades infecciosas.

Incluso hemos leído declaraciones de expertos de países del Extremo Oriente, particularmente de la China, criticando con dureza la laxitud de nuestros países en el uso de la mascarilla, considerándolo un error mayúsculo.

La medida es especialmente importante en esta fase de progresiva reducción de las medidas de confinamiento, en la que los contactos personales se van a multiplicar y máxime teniendo en cuenta que, por desgracia, muchas personas no están cumpliendo adecuadamente con las medidas de protección, tanto las de guardar la debida distancia de seguridad, como las de no formar grupos numerosos, como las de no acudir o utilizar con mesura determinados espacios o amueblamiento urbano, como playas, parques y bancos de reposo, por ejemplo.

Todos hemos visto personas juntas en grupos numerosos sin mascarillas, paseando o haciendo deporte en auténticas manadas en los parques, tumbados o bañándose en las playas, sentados en las terrazas sin guardar las distancias, saludarse o despedirse con abrazos y besos y otros comportamientos similares. Sabemos que forma parte de nuestra forma de ser, de nuestra manera de entender la vida, que nos gusta el contacto físico, la proximidad, pero en las circunstancias actuales deberíamos ser capaces de modificar nuestros comportamientos sociales y, por lo que se ve, una parte de la población no parece haberlo entendido, o no está dispuesta a aceptarlo.

Con el aumento del contacto y la cercanía personal se multiplican las posibilidades de transmisión del virus y, por tanto, la colocación de un elemento de barrera como la mascarilla deviene imprescindible. Reconozco que yo mismo era hace dos meses reticente al uso masivo de la mascarilla, pero el peso de la evidencia me ha obligado a modificar radicalmente mi posición al respecto. La mascarilla obligatoria es hoy imprescindible.

La mascarilla más habitual y asequible es la quirúrgica. Esta mascarilla evita que el que la lleva contagie a otros, si es que es portador y diseminador del virus, pero no que adquiera la infección. Las mascarillas de protección total en ambas direcciones son muy caras y no están justificadas, puesto que deberían reservarse para el personal que realmente las necesita por estar en contacto frecuente o permanente con pacientes de covid-19 y, además, no serán necesarias si todos llevamos la nuestra quirúrgica. Si el 100 % de las personas con las que nos cruzamos no pueden contagiarte por llevarla puesta, eliminamos el riesgo de contagio directo y la necesidad, o conveniencia, de usar mascarillas más caras.

Ello no elimina, en absoluto, la necesidad de guardar la distancia de seguridad, de las medidas higiénicas, el lavado y desinfección de manos frecuente, el uso de guantes y la desinfección de superficies, puesto que la transmisión directa de persona a persona no es el único mecanismo de contagio.

Así pues, por el bien de todos, por favor: distancia de seguridad, medidas higiénicas, lavado de manos, uso de guantes y siempre mascarilla en espacios públicos.


Comment

  1. … queda el aspecto de la reposición… algunos seguirán las indicaciones de que son de un sólo uso, y que se deben desechar pasadas las cuatro horas de rigor, en cuanto la humedad del aliento empiece a degradarlas, recomendando que se compren otras, lo típico de la sociedad consumista del usar y tirar… pero luego están los raros como yo, que en cuanto leí al inicio de la pandemia que la supervivencia del virus en materiales tales que la tela o el papel no iba más allá de unas pocas horas, lo que hago es colgarla en el descandillo, dejar que seque y retomar siempre la misma una y otra vez, ahorrando pelas y desechos al medio ambiente… entiendo que los sanitarios tengan que ir cambiándolas cada dos por tres, están en contacto con individuos con gran carga vírica, pero los normalitos como ud. o yo, como que tendríamos derecho a reclamar cierta flexibilidad en el uso de las nuestras

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