La temida selectividad ha tocado ya a su fin. Han sido tres días de angustias, nervios y desesperación. Es el miedo instalado en el cuerpo de unos adolescentes que buscan obtener la nota suficiente para poder acceder a unos estudios que les conducirán a hacer algo con lo que serán felices.
Durante estos tres días he podido conversar con algunos de ellos y he observado varias cosas. Por un lado, la presión con la que se presentan a estos exámenes. Por otro, que el diseño de las pruebas, en general, no ha evolucionado desde hace más de tres décadas. Y, como siempre, hay excepciones. Algunas materias si han adaptado sus exámenes a la realidad actual, pero la mayoría sigue evaluando la cantidad de conocimientos que han adquirido los alumnos durante el curso escolar; o lo que es lo mismo, exámenes planteados para que los alumnos “vomiten” la literatura del siglo XX o el Sexenio Revolucionario o la Guerra Civil. En definitiva, el diseño de las pruebas no refuerza el trabajo que algunos docentes sí hacemos con nuestros alumnos. Desde que me dedico al menester de la enseñanza procuro que mis alumnos acaben siendo libres de pensamiento. Éste es un proceso arduo y largo; pero no remito en mi empeño.
Los docentes nos quejamos a diario de que nuestros alumnos no realizan un aprendizaje significativo de los contenidos, pero es que el sistema no lo fagocita. Y es que, con esta reflexión no hago más que reafirmar mi posicionamiento en que la reforma del sistema es más que necesaria. Y ya lo he escrito en esta tribuna anteriormente. He ido desgranando aspectos claves de la reforma de sistema, pero parece ser que los que tienen la responsabilidad miran hacia otro lado.
Ahora estamos a las puertas del verano y las vacaciones estivales nos van a venir como anillo al dedo. Unas vacaciones, que por cierto, no son de dos meses como todo el mundo piensa. Los docentes como cualquier otro trabajador gozamos de un mes de vacaciones.
… deberíamos fijarnos detenidamente en un pequeño detalle, y es que entre todas las materias de las que se les examinan a estos adolescentes para que accedan a estudios superiores, NO está por ningún lado esa cosa que llaman “asignatura de religión”… da que pensar… sí que están las ciencias puras, las lenguas que nos sirven para expresarnos y comunicarnos, incluso algunas muertas, están los acontecimientos del pasado, el arte y la historia del pensamiento, economía e incluso especializaciones particulares… pero por ningún lado se exige proselitismo alguno, no hay asomo de ese bluff que es la teología, puro humo… nada de nada acerca de apologética de secta alguna… qué raro ¿verdad?… tras AÑOS y AÑOS en los que martirizamos a nuestros pequeñuel@s con esa porquería insustancial, y resulta que cuando van a ser adultos y empiezan a necesitar CONOCIMIENTOS de los de verdad, las imposiciones de la iglesia, que parecía tan importante que estuvieran, desaparecen como un azucarillo en agua… somos todos unos hipócritas… ese engendro que es la “asignatura” de religión es una maldita rémora nacionalcatólica de cuando la dictadura, que no nos atrevemos a quitar con aguarrás por si la conferencia episcopal llama al orden a nuestros políticos… por eso han estado veinte años en Baleares “preparando” una nueva Ley de Educación, que de nuevo y pomposo sólo tiene el nombre, pues cuando intentaron ser audaces y utópicos, el obispado les paró enseguida los pies y tuvieron que dejarlo todo como estaba, atado y bien atado… pero eso sí, cuando van a la Universidad, todos estamos de acuerdo que esa mierda no sirve para NADA y no conviene que se distraigan con ella… lo dicho, somos todos unos hipócritas…