La Covid y sólo la Covid impidió la sabrosura en todo su potencial. Limitado por la reducción de aforo, anclado a la butaca y con la voz en sordina a cuenta de la mascarilla, el Teatre Principal de Maó se quedó con ganas de bailar al son de Omara Portuondo, pero sólo de bailar. Gigante en su menudez, de gestualidad alegre y cautivadora interacción, arropada magistralmente por Roberto Fonseca (pianista y director artístico), Yandi Martínez (bajo eléctrico y contrabajo), Rudy Herrera (batería), Andrés Coayo (percusión) y Rossio Jiménez (percusión y voz), la artista cubana derrochó arte y simpatía para cautivar al público. Dentro de su ‘Gira 90 aniversario’, Omara Portuondo -“la más bella, la más grande, la más sexi”, en palabras de Fonseca- desgranó un puñado de canciones de hoy y de siempre. Cantó y disfrutó, e hizo cantar y disfrutar, desmintiendo con energía la pretendida incertidumbre, la sutil nostalgia, de temas como “Adiós felicidad”, “Quizás”, “Dos gardenias”, “Veinte años” “Lágrimas negras” o “La última noche”. Arte y simpatía, compromiso con el público, un par de “viva Cuba”- lo mínimo teniendo en cuenta en el contexto de la tierra donde se fraguó la figura de una de las grandes voces de nuestro tiempo – y respeto admirado ante la “sabrosa Omara”, capaz de aliñar cada actuación con la sal de una trayectoria musical y vital como pocas, que explica lo que siente y lo que da en el escenario. Con Omara Portuondo, Splendid Festival vivía su segunda cita, tras el doble concierto de Amaral, y aguarda ahora al próximo 25 de agosto, turno del compositor y cantante uruguayo Jorge Drexler. |