El militar menorquín Luis Alejandre ha ejercido de mediador en el proceso de paz, viajando a Colombia y a Cuba para acercar posturas entre el presidente de turno y las FARC. Explicaba Alejandre que hay dos bandos muy marcados, entre los urbanitas y la gente del campo. Y en el fondo de todo, la lucha por la propiedad de las tierras y los derechos de explotación. Pero, en suma, todo es mucho más complejo. El documento de más de 260 páginas que acompaña a Alejandre lo confirma.
Aún está todo por hacer
Las encuestas sobre la intención de voto en el plebiscito del domingo apuntaban que tras la firma de la paz, había bajado ligeramente la intención participar en las urnas, alcanzando un 67,1%. De ellos, el 55% votaría ‘sí’ y el 36,6% se decantaría por el ‘no’. Según la ley por la que se articuló la consulta, para que se apruebe el pacto se necesita un mínimo del 13% de participación electoral que supone 4’5 millones de votos. Según el acuerdo, a partir de la firma de la paz, tanto el gobierno como las FARC tienen que entregar las coordenadas de sus unidades a los miembros de la misión de verificación de Naciones Unidas. Las fuerzas armadas deberán reorganizar sus tropas para facilitar y garantizar la seguridad en el desplazamiento de los guerrilleros a los 27 municipios donde se concentrarán en una primera fase de reintegración a la vida civil. Luego se iniciará el desplazamiento de los miembros de las FARC a las zonas de concentración. Además, las FARC tendrán que facilitar a los observadores de la ONU la información requerida sobre sus armas. Luego se abre un plazo de unas semanas en las que se realizará el transporte de armas de acompañamiento, granadas y municiones por parte de las FARC a las zonas veredales. El complejo proceso de desarme culminará seis meses después de la firma del acuerdo de paz y entonces, las FARC pasarán a la legalidad como partido político, del que todavía se desconoce el nombre. Alejandre apunta la importancia de ofrecer la precisa ayuda a la integración social y económica de los que cuelgan las armas. Por su parte, el presidente Santos quiere brindar un camino alternativo para que el ELN se contagie de este proceso de paz y cese en su actividad, liberando a quien mantiene secuestrado.