Los días de desenfreno de Camestortes llegaron a su fin en Maó. Su cuerpo yaciente estuvo expuesto en el Ajuntament de Maó antes de que un séquito formado por religiosos de alto grado, autoridades civiles, militares y apenadas plañideras iniciaran su último recorrido hacia el Teatre Principal.

El cortejo fúnebre iba encabezado por un grupo de tambores y cornetas que marcaban la solemnidad del momento. Detrás, un caballo tiraba del carro en donde  yacía casi inerte el cuerpo del finado mientras decenas de personas seguían la marcha sin disimular las ganas de disfrutar del espectáculo.

Antes de enfilar la calle d’en Deià, parada obligatoria en los bares de la plaza Real para homenajear al difunto tal y como más le hubiese gustado.

Un Teatre Principal con toda la platea y numerosos palcos llenos esperaba el seguicio para escuchar su testamento y darle su último adiós.

En sus últimas voluntades  Camestortes fue generoso. Regaló a Iglesias y Errejón vacaciones para que puedan recapacitar. También se acordó del resto de formaciones políticas incidiendo en aspectos como la pugna por el liderazgo del PSOE o el choque continuo entre el Gobierno central y el de la Generalitat de Catalunya.

A los estudiantes de los institutos no dudó en legarles una caldera para que puedan estudiar como toca.

Así lo explicó el notario del cortejo antes de dar paso a un gran sorteo de regalos que dejó el no tan triste cuerpo que se encontraba dentro del féretro.

El acto terminó con la aparición de la giganta Àvia Corema para recordar que este miércoles es de ceniza y arranca el recogimiento de la cuaresma.