Es bueno para la piel, para el sistema digestivo, para aliviar dolores y bajar de peso, según algunos terapeutas.
Esta práctica ya la conocían en la antigüedad los griegos, romanos y egipcios. Se han demostrado efectos calmantes puesto que el fango induce un estado de somnolencia y relajación.
La fangoterapia proporciona a la piel y a la sangre los nutrientes que restablecen el equilibrio natural del metabolismo.
El barro aporta a la salud los principios activos de los minerales y oligoelementos que el cuerpo necesita, aumenta la concentración de azufre, calcio, hierro, fósforo, magnesio, manganeso, zinc, cobre, así como de oligoelementos y minerales geológicos: cuarzo, micra, feldespato, silicatos, etc. En función del suelo arcilloso al que acudamos (en Menorca hay varios puntos con distintas cualidades del terreno) los beneficios son unos u otros.
Promueven la producción de colágeno y ayudan a eliminar las toxinas. También mejoran la circulación sanguínea, estimulan la cicatrización, son buenos para diversas patologías de la piel, tienen propiedades antiinflamatorias y por ello se recomiendan para la artritis, el reumatismo, la artritis, la gota, los problemas de garganta, entre otras afecciones y problemas emocionales, como la ansiedad y la angustia.
La falta de un control en el uso de estos fangos en Menorca ha alertado a muchos conservacionistas que alertan del peligro de hacer desaparecer las propias fuentes de arcilla que atraen a los deseosos de aprovechar estos beneficios para la salud. En algunas zonas, la rápida erosión del terreno ha transformado el paisaje en poco tiempo.
Baños de barro en Menorca, pros y contras
