Fue capaz de ganar al Formentera en el estreno, incluso de sacudirle poco después al Mercadal. Pero Vadell y el Penya sabían que la situación era ficticia, que apenas podrían alargar el momento límite en el que vivían.
Las bajas se multiplicaban, las referencias del equipo entraban y salían, los jóvenes andaban en pleno proceso de maduración y los rivales no concedían treguas de ningún tipo.
Así que en la 9ª jornada, el Collerense golpeó con dureza el rostro del Penya (1-3) y el equipo cayó a la penúltima posición, acuciada por las ausencias y con la sensación de hacerse añicos.
Pere Vadell, uno de esos tipos que solo entiende de trabajo, insistía en que cuando el vestuario recuperara todos sus cromos la situación iba a cambiar. Llamaba a no desanimarse, por más que su rostro mostrara debilidad.
Y en apenas un mes el escenario ha cambiado. Ha vuelto Raúl Capó, la enfermería se ha ido vaciando, Zurbano acumula más horas de vuelo y a los juveniles ya nadie les vacila.
Eso ha dado con una cifras significativas. Tras caer ante el Collerense, el Penya ha logrado 9 de los últimos 12 puntos de juego, ha marcado 7 goles en 4 partidos, en los que sólo ha encajado 3 tantos. Ahora es 16º, a 7 puntos del descenso.
Nadie le ha puesto más corazón que Vadell, empeñado en no destruir un proyecto de cantera que el club mima desde hace años. Un ejemplo a seguir que también ha empezado a notarse en la afluencia de público. La carrera es larga, pero ya hay mucho recorrido.
