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Caballos

Un "Abrazo de sal" de Lola Maiques


En una semana, Menorca ha celebrado dos acontecimientos con el caballo como protagonista. El primero, las Fiestas de Sant Joan de Ciutadella; el segundo, el Campeonato Nacional de Salto de Obstáculos (dos estrellas) “Ciutat d’Alaior”, que se está disputando este fin de semana en la Pista “Es Cos” del municipio menorquín.

La cita ‘santjoanera’ menorquina constituye el más protocolario y atractivo preludio de un verano repleto de fiestas patronales en las que el noble bruto encandila a residentes y visitantes con su soberbio saber estar en medio del bullicio. Una tradición que constituye la extensión lúdica de una manera de poseer y trabajar el campo sin la que no se entiende la historia de Menorca, y que ha quedado irremediablemente diluida en el carácter popular y turístico del calendario festivo estival.

Los caballos en Menorca son sus ‘llocs’ y sus fiestas, pero, también algo más. Son sus centros ecuestres, sus carreras en los hipódromos de Ciutadella y Maó, la actividad hípica a la que se apuntan muchos niños y jóvenes deseosos de ser ellos los jinetes y amazonas que despunten en una disciplina minoritaria pero potente -la hípica, en sus diferentes disciplinas-, protagonicen en un futuro las fiestas menorquinas o, simplemente, experimenten otra manera de disfrutar la Isla.

Sin complejos y con mucho esfuerzo, el Club Hípic Alaior ha organizado un campeonato que ha reunido a lo más granado del salto nacional. Un centenar largo de caballos se dan cita en la pista de “Es Cos” para ofrecer la espectacular simbiosis entre animal y persona, todo un despliegue de belleza, dominio y complicidad, fortaleza y plástica. Una oportunidad para acercarse a una disciplina deportiva diferente en un ambiente singular, en el caso de la cita que se está desarrollando estos días en Menorca, profesional, cercano, alegre y familiar.

Tanto en el caso de las fiestas como en el de la hípica, esta simbiosis humanos-animales genera críticas. Nada escapa ya al cuestionamiento de todas y cada una de las prácticas y usos que conforman lo que fuimos, somos y seremos. Desalmados hay siempre, pero percibo más desvelos por el bienestar animal, más cuidados y cariños, que maltratos cuando me acerco a un caballo en las fiestas o a las cuadras de un centro hípico. Velar por ese bienestar, perseguir y castigar justamente a quien lo desprecia, son las claves para que estas simbiosis pervivan adecuándose a los nuevos tiempos y a las nuevas sensibilidades.

Dos jinetes esperando a recoger su premio en Alaior.

 


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