Carles Carreras fue el director de la Universitat de Menorca Illa del Rei (UIMIR) durante varios años. Ahora ha vuelto a Menorca y a la sala del Ayuntamiento de Maó para presentar un libro que hizo gracias al apoyo que recibió de personas como Fina Salord, del Institut Menorquí de Estudis, tal como explica en las primeras páginas de esta obra.
Para entender Andreu Avel·lí Verdaguer hay que partir, con el autor del libro, de su etapa de formación en la Barcelona del siglo XX. Sólo así podremos entender como un contable se dejó empapar del aire de un tiempo que creyó en el poder transformador, civilizador, de la cultura para el conjunto de la sociedad.
No en vano Carles Carreras Verdaguer convierte el adjetivo novecentista en leitmotiv que explica toda la trayectoria del abuelo, que creció como persona gracias a la formación -Artística, musical como lector y estudioso de idiomas- recibida en su juventud. Es desde este bagaje que asistimos a su trayectoria, marcada, como no podía ser de otra manera, por la rotura de la Guerra Civil y la posguerra, con los necesarios mecanismos de adaptación, que desbordan, en muchos casos, las ‘anécdotas’ personales para convertirse en ‘categorías’ colectivas, muy bien apuntadas en sus vertientes sociales y económicas por el doctor en Geografía Humana que es Carles Carreras.
Es una obra no muy extensa y que resulta fácil de leer. En el relato nos encontramos con los años en los que Andreu trabaja en la empresa Flor de Castilla de Ciutadella, ya desaparecida, que fabricaba pastas para sopa. También recorreremos las páginas ilustradas con cuadros, obras escultóricas u otras expresiones artísticas.
La compra de las fincas rurales en las que trabajaban la tierra, a medio camino entre la necesidad y el amor a la tierra. Algo más que una simple oda a un familiar cercano; una estampa de una Menorca que aún muchos recuerdan luchando para salir de las dificultades de los tiempos que vivía y donde la cultura se hacía su hueco.