J. L.G. Llagües
Cati Llabrès y Emmanuel de la Fuente residen en Ciutadella y llevan cerca de un año preparando un evento especial: su boda. Sin embargo, la pandemia que azota el planeta ha ocasionado que sus planes se hayan visto trastocados, como los de miles y miles de menorquines y españoles. El enlace oficial tendrá que esperar pero, conscientes de la necesidad de intentar llevar una vida lo más agradable posible dentro de los límites del confinamiento, el pasado 11 de abril formaron parte de un evento especial. Protagonizaron una boda virtual a través de una videoconferencia con cerca de 60 amigos y familiares. Esta es la historia.
“Nuestra boda hace un año que estaba prevista, llevamos un año preparándola. De hecho, el último día antes de que se confirmara el confinamiento fuimos a la finca de Cala en Turqueta donde iba a hacerse para la prueba final. Quedamos con todos: los profesionales encargados del cátering, los del sonido y las luces… todo el mundo ya hablaba entonces de lo que podía pasar, de la posibilidad del anuncio del presidente. De hecho, nos saludamos con los codos. Luego, con el cierre de la actividad social nos vimos obligados a posponerla”, comentan. Exponen que con el paso de los dias ya vieron que la situación se podía alargar y fue entonces cuando decidieron optar por una alternativa virtual: “Durante el mes más o menos que estamos así nos ha dado tiempo a asimilarlo todo, aunque algún día sí nos ha dado un bajón, como a todo el mundo seguramente. Entonces fue cuando decidimos darlo la vuelta, tener claro que el ‘bicho’ no iba a poder con nosotros”, argumentan.
Dicho y hecho. Decidieron que el pasado día once se iban a vestir de gala con su familia y a disfrutar de una buena comida. Y una amiga les comentó que si veían bien utilizar una app de videoconferencia para compartir el aperitivo a las dos: “Nosotros habíamos organizado un vídeo para enviarlo a nuestros invitados, pero la sorpresa fue cuando nos conectamos a Zoom y vimos toda la gente que había allí, hasta estaba el concejal responsable de casarnos”, declaran. Damià Moll (Més per Menorca) es amigo personal suyo, de hecho es padrino de su hija: “Nos casó de forma oficiosa vía online, fue algo muy divertido. Teníamos algo de miedo de que hubiera un tinte de tristeza, pero para nada, estuvo muy bien. Hubo hasta un Dj, todos los amigos bailando, es un recuerdo que siempre tendremos”.
El 11 de abril Cati y Emmanuel (que cumplió 47 años ese mismo día) celebraron una boda virtual, pero no tienen dudas de que cuando todo esto acabe habrá una cita oficial. “A la boda había gente invitada de Cuba, Italia o Francia, por ejemplo. Hubo personas que no se pudieron conectar, todo fue una sorpresa. Los planes no cambian, solo estamos esperando a que todo esto acabe”, explican. “La idea salió bien y las intenciones de darle la vuelta a todo, de tener una buena noticia, algo positivo que contar también. Además, estuvo bien liarla cada uno en su casa y compartirlo”.
El 11 de abril fue una cita divertida. Pero la finca Mallaui -cercana a Cala en Turqueta- espera al enlace oficial. Seguro que será una ocasión que tampoco olvidarán. Tiempo al tiempo.
… “entendemos todos pues de que están viviendo en pecado mortal, por estar cohabitando bajo el mismo techo, confinados sin haber hecho ningún esfuerzo por disfrutar del divino regalo de la abstinencia”… eso es lo que diría el clero, si es que alguien les hiciera caso cuando hablan, que no es el caso, afortunadamente…… y precisamente por eso, porque que estén casados o no, a la gente les importa un pito, mientras disfruten de su vida en pareja con todas las consecuencias, pues lo de la boda telemática es una chorrada, un postureo, un selfie a pantalla completa para salir de paso en los medios y darse autobombo… sobra…