Apenas hemos tenido tiempo de estrenar el año 2021 y todas las señales nos indican que Baleares tendrá que hacer frente al segundo año consecutivo sin temporada turística.
Todos los indicadores son preocupantes en este sentido, pero el más alarmante es el que lanza el propio gobierno español. Pedro Sánchez, desaparecido del frente en la lucha contra la pandemia, ha evacuado toda una sentencia (y una condena para la economía): España no estará lista para recibir turistas hasta después del verano, momento en que se calcula que se habrá podido inmunizar a un 70 por ciento de la población. Y se ha quedado tan ancho, como el que anuncia que el precio del butano bajará un 0,1%.
No se puede ser más irresponsable. Eso ya se lo ha trasladado la industria turística, que ha puesto el grito en el cielo por las consecuencias del anuncio tanto a nivel de posicionamiento de la marca como destino turístico como por la pasividad que lleva implícito el anuncio del gobernante a 5 meses de junio y con el plan de vacunación en marcha.
Si el problema, como ahora defienden las administraciones, es que las vacunas llegan con cuentagotas, ¿por qué no reaccionamos y salimos al mercado a comprar más como ya hicimos con las mascarillas y los EPIs?
No hablo de incumplir el contrato de la UE por el que ellos compran y reparten. Hablo de mirar hacia Israel y otros países que, aunque más caras, las están comprando en mercados totalmente reglados.
En términos empresariales no hay ninguna duda. Si España es un país con la economía hecha unos zorros tras un 2020 para olvidar, y lo que conviene es resucitar cuanto antes, ¿comprar más lotes de vacunas aunque sea al doble de su precio para alcanzar cuanto antes la inmunidad de rebaño no es la mejor inversión que se puede hacer?
Pagar a 50 euros la vacuna cuando ahora pagamos 20 es un atraco, de acuerdo. Pero esa es la mejor inversión que se puede hacer para salvar de entrada la vida de miles de personas y, de paso, adelantar la reactivación de la economía: empresas salvadas porque hay turismo, eliminación de las restricciones, trabajadores que salen del ERTE, e impuestos que recauda el Estado gracias a la reanudación de la normalidad. No veo más que ventajas.
Ya verá usted como Israel será este verano -junto a Grecia y Turquía- un destino preferente para el turismo europeo. Con su alta vacunación (25%) ya han reducido los casos de infectados en un 50%.
Y mientras Pedro Sánchez sentencia la temporada turística, Govern y algunos hoteleros vuelven a la mesa para intentar repetir la experiencia de los ‘corredores seguros’. Sí, aquellos que fracasaron el año pasado. Más que corredores se convirtieron en ‘hilitos’ turísticos que apenas duraron unas semanas.
Luego está lo que podamos ofrecer como destino, además de una sociedad no inmunizada frente al Covid. Recuerde que el verano pasado los pocos turistas que nos visitaron pagaron por visitar un destino fantástico sin aglomeraciones y con mucho sol y mucha playa. Un destino en el que aún no era obligatoria la mascarilla.
Es decir, este año aún seremos menos atractivos porque la mascarilla obligatoria se va a quedar por muy inmunizados que estemos en verano.
¿Vamos a ofrecer al turista un destino en el que podrá tomar el sol pero con mascarilla?. ¿Y la marca en la cara?. ¿Ese factor no cuenta a la hora de elegir un destino de sol y playa?.
No da la sensación de que de aquí al verano (la Semana Santa ya es historia) recibamos una sola buena noticia al respecto. De las consecuencias podemos hablar otro día pero seguro que usted ya se hace una ligera idea.