Antes de que Menorca fuera conocida por su cabaña vacuna, eran las ovejas quienes pastaban por sus tancas. Si hoy nadie puede discutir el éxito de la elaboración de queso de vaca de Menorca, ¿por qué no ampliar con las explotaciones primigenias que había en la isla y que se le supone mayor adaptación al medio?
Uno de los principios de la agricultura y ganadería ecológica es que el producto resultante sea lo más natural posible. Utilizar especies autóctonas prima sobre otras alternativas que en su día se adoptaron con el único fin de conseguir mayor rendimiento comercial.
En el campo llegaron simientes foráneas y en la ganadería especies fáciles de engordar. Volviendo a los orígenes se conseguiría un producto más auténtico y, según la chef Silvia Anglada “hay un largo camino para recorrer para ampliar la oferta de productos ecológicos de Menorca. También en cuanto a frutas”.
Anglada pone el ejemplo de las manzanas. En el mercado faltan manzanas autóctonas de Menorca. “Existen estas especies pero escasean y no se comercializan porque nadie ha planteado potenciar su reproducción. Frente a esta desidia ganan terreno las especies más comerciales”.
La cocinera, que aprecia lo ecológico y el producto de kilómetro cero, anima a quien tenga algún ejemplar en su huerto o jardín que lleve esquejes al Barranc d’Algendar, donde se lleva a cabo un proyecto de recuperación de especies autóctonas de frutales de Menorca.
Anglada también explicó en Radio Menorca que “si hubiera una mejor sinergia entre los productores de lo ecológico y los restauradores, así como un ajuste en los precios para facilitar su salida, habría mucha más presencia de alimentos menorquines en las cartas de los restaurantes. Pues, si bien es cierto que se ha avanzado mucho en los últimos años, se pueden añadir muchos alimentos más a la oferta y hacer de ésta una opción más atractiva para la restauración de la isla”.
