Raquel Monreal, la vecina de Menorca que se encerró ayer en las instalaciones de Endesa tras ver como le cortaban la luz ha publicado en las redes sociales un relato de lo sucedido. Tras como adelantó Menorcaaldia, Monreal decidió actuar al ver que como se quedaba, de nuevo, sin suministro en su casa.
Apunta que comenta los hechos “debido a la repercusión que ha tenido mi acción” y “para que cualquier ciudadan@ pueda comprenderlo claramente”.
Así, expone que “coincidiendo con el cambio de contadores Endesa dejó de enviarme las facturas de luz durante un período cercano al año. Durante ese tiempo y en infinidad de ocasiones reclamé por todos los medios que me hicieran llegar las mensualidades, temiendo poder acumular una deuda impagable. Endesa hizo caso omiso a estas reclamaciones y la deuda engordó hasta ascender a casi 1.500 euros. En el mes de noviembre de este año pasado recibí la primera notificación de corte de suministro por ese importe. Evidentemente, la deuda era impagable, además de poco ética. No sé si alguien puede asumir esta cantidad de dinero de golpe y porrazo. Yo no! Una vez que recibí la reclamación de la deuda, e insisto que hasta ese momento no había recibido respuesta por parte de la compañía, me puse en contacto con Endesa para fraccionar la cuantía y poder asumir las facturas en mensualidades más llevaderas. Lo que me ofrecieron fue pagar cada mes la factura correspondiente a la fecha en curso más una de las atrasadas. Todo ello vía telefónica. Nunca conseguí un compromiso por escrito por parte de la empresa”.
Y la situación empeoró: “Mi sorpresa fue cuando en el mes de enero me cortan la luz sin previo aviso y al comunicarme con ellos por teléfono me informan que debo abonar cuatro facturas, por un importe de 400 euros. En aquella ocasión me resigné, como hacemos much@s de nosotr@s. Es fácil ponerse en situación; dos niños pequeños, una nevera llena de comida, cocina y termo eléctricos… y pagué. En dicha conversación me aseguraron que el resto de facturas estaban fraccionadas y que tal y como acordamos, pagaría dos cada mes. A principios de febrero de este año recibo, por fin, una carta certificada en la que se me indica que las facturas que por teléfono me habían dicho que debía abonar en febrero tienen de plazo hasta el 3 de abril para ser liquidadas”.
Sin embargo, ayer todo se precipitó: “Esta mañana -ayer para el lector-, a las 9 en punto, me han vuelto a cortar la luz. Vuelvo a llamarles por teléfono (teléfono que, por cierto, funciona cuando les da la gana) y hablo con una chica que intenta ponerse en mi lugar en todo momento (eso tengo que reconocerlo) pero que me reclama pagar cuatro facturas de golpe (importe de 400 euros, de nuevo). Le pido hablar con un superior recalcando que el problema lo han provocado ellos y que el reenganche me va a suponer de nuevo un coste de 18 euros y me pasa con una tal Yolanda, coordinadora de servicio, que no me quiere dar su nombre completo, que no intenta poner ningún tipo de solución y que se escuda en que debo pagar las cuatro facturas para restablecerme el servicio. Y me vuelve a pasar con la misma chica anterior!”.
“Tocaba ser fuerte y luchar”
Y Raquel decidió actuar: “Mi decisión ha sido entonces, directamente, no pagar ninguna de las facturas y comunicarles que iba a denunciarlo judicialmente. Sin tener ningún sitio al que acudir no me queda otro remedio que dirigirme a la oficina de atención al cliente de Endesa de Maó, para lo cual he tenido que dejar a mis hijos desatendidos, mi nevera y congelador llenos de comida y esas cosas cotidianas que resultan necesarias y que requieren energía eléctrica. Para nadie es agradable plantarse en una oficina con gente que te quiere alrededor y reclamar lo que por justicia y por derecho te corresponde. Hoy tocaba ser fuerte y luchar contra uno de esos gigantes que manejan nuestro día a día a su antojo y que en cuestión de minutos pueden hacer que nuestras vidas tomen un giro inesperado que no tod@s somos capaces de sobrellevar”.
“Ha sido necesario montar ‘un circo’ para conseguir que pagando la única factura que correspondía, mi familia vuelva a tener luz. Pero la lucha no acaba aquí. Ahora sé que cualquier día de estos ellos pueden volver a incumplir su palabra y yo ya no me fío. Estoy cansada y hastiada. Mañana -hoy para el lector- tengo una reunión con la responsable de Endesa en Menorca. En ella voy a exigirle la ratificación por escrito del acuerdo de pago alcanzado, así como exponerle mi ya iniciado trámite de demanda judicial contra dicha compañía. Esta vez no se van a reír de mí. Reclamaré los importes de los reenganches, los daños y perjuicios causados a mí y a mi familia y los gastos derivados de su error. Nos mata vivir en un país donde callar y tragar se ha convertido en una virtud, donde nos lamentamos mientras pasamos por el aro y lloramos de puertas para adentro. Probablemente mi actitud no cambie mucho las cosas pero ya no sería capaz de dejarlo pasar. Esta vez no”, apostilla en su carta.