Encontrar el origen concreto de esta moda no es tan sencillo como parece. Pero lo que está claro es que está funcionando cada vez mejor. Los microbrotes, a diferencia de los germinados, se cultivan en la tierra y son la versión benjamina de infinidad de verduras que tradicionalmente se han vendido y consumido al llegar a su esplendor.
La cocina, siempre ávida de novedades y mejoras, está apostando por esta variante de las verduras pequeñas. En su momento más tierno, hay una serie de especies que pueden aportar todas sus propiedades alimenticias aunque estén en desarrollo. Ahí van unos ejemplos: albahaca, col lombarda, remolacha, maíz, cilantro, mostaza, rúcula, rabanito, guisante, brócoli…
La lista es más larga que la descrita aquí y más si se tiene en cuenta que de cada especie se pueden ofrecer muchas variantes. Se ofrecen solas o en conjunto, creando verdaderas ensaladas de color y sabor. Según la microverdura se combina mejor en un plato u otro.
En la Fira Arrels que se celebra a principios de abril participará por primera vez una empresa menorquina que cultiva este tipo de verduras (Micromenorca). No es fácil producir a demanda de los consumidores o restaurantes pero el resultado final de la cosecha de microbrotes es una satisfacción para quien la prueba.