Este pasado viernes, acogidos en su primera asamblea por la sala de plenos del Ajuntament de Sant Lluís, empezó formalmente la actividad de la “Asociación de Franceses en Menorca”.
Desde el cierre del viceconsulado francés en la Isla y del auge de la presencia de franceses con el aumento de las conexiones aéreas, era necesario organizar un punto de encuentro para los franceses que, de manera periódica o permanente, han fijado su residencia en Menorca.
Entre los principales objetivos que expresó la junta provisional, que fue refrendada en sus cargos por los presentes a la Asamblea, está el de fomentar actos de carácter social y cultural que supongan un verdadero punto de encuentro entre menorquines y franceses residentes.
Los más de 50 miembros, de diferentes partes de la Isla, se van incrementando a diario desde que se estableció el sistema de inscripción. La experiencia de grupos informales de francófonos, independientemente de su origen, tanto en el levante como en el poniente insular, han sido buenos precedentes de la creación de la asociación que irá aglutinando las propuestas que ya han comenzado a surgir por parte de los socios.
Las ideas que se han puesto sobre la mesa pasan por la celebración de un programa de excursiones por la isla para conocer algunos de los paisajes o lugares más icónicos de Menorca, la realización de talleres o cursos o la puesta en marcha de ciclos de cine francés.
Respecto a este último punto, el Gobierno francés dispone de fondos culturales destacados que pone a disposición de las asociaciones debidamente creadas y reconocidas (como es el caso) para que puedan acceder a títulos varios.
La historia común de Menorca y Francia tienen su mayor exponente en el periodo en el que Menorca fue francesa, entre 1756 y 1763, momento en el que se proyectó la creación del pueblo de Sant Lluís, en honor al Rey Luis IX, en el lugar que antes era conocido como la Garriga de Binifadet. El inicio de las obras del pueblo comenzó con la construcción de la iglesia del centro del pueblo en 1761.
El año siguiente la corte francesa autorizó al gobernador de la Isla, Conde de Lannion, la parcelación de los terrenos adyacentes a la iglesia para la construcción de viviendas. El pueblo se construyó al estilo neoclásico de la época con un trazado ortogonal, incluyendo los nombres de las calles (actualmente los nombres se conservan como recuerdo de la fundación francesa).
Muy buen article ! Y muy intéressante !
Gracias
“Entre sus fines está la de crear un entorno social de encuentro y convivencia entre menorquines y franceses residentes en la Isla”
Año y medio más tarde no los aguantan ni los que viven de ellos