Esta última semana ya hemos sido testigos de lo que significa en estos momentos una campaña política, para intentar ganar unas elecciones, todo vale y lo que menos importa es la coherencia, los hechos contrastados o el conocimiento de los temas a tratar. Una campaña electoral hoy en día va de descalificaciones, ataques personales, mentiras, medias verdades y dejar muchos titulares.
Pero si cabe aún es más triste poder constatar que si el debate es en otro ámbito como el científico hablando de vacunas, de cuarentenas o de pasaporte COVID, se suceden las mismas pautas descritas, insultando de manera fragrante la inteligencia de muchos ciudadanos, que con sólo contrastar lo que oyen con la hemeroteca, se dan cuenta de que están al borde de tomarles el pelo, cuando no se lo tomas de manera directa.
¿En qué momento les hemos permitido a políticos, pseudo periodistas, científicos varios, que estamos dispuestos a admitir cualquier cosa que les salga por la boca? ¿Cómo es posible que un “influencer” o un tweet, tenga la relevancia y repercusión que están teniendo?
Los más mayores que lean este artículo se acordaran de aquel magnífico programa de debate que era “La Clave” de Jose Luis Balbín, era bueno porque para empezar acudían verdaderos profesionales, eruditos y estudiosos de los temas a tratar, incluso algo inaudito para hoy en día se trataba de convencer al contertulio en base a argumentos razonados, no era necesario noquear al que no opinaba como tú.
Las televisiones y radios sobre todo se lo tendrían que hacer ver, porque si siguen con esta dinámica de programas de enfrentamiento que no de debate, al final lo que se va a recoger es inestabilidad y un caldo de cultivo para toda clase de demagogos y populistas. El tener la oportunidad de ir a un debate conlleva una responsabilidad, algo tan básico como “saber de lo que hablas” acudir con números y no sólo con frases o slogan para la parroquia, no es tan difícil si de verdad eres una persona medianamente preparada, claro está que también tienes que tener una formación, conocimientos y experiencia acumulados para resolver con solvencia un debate.
Casi 10 temporadas ininterrumpidas he estado en programas de debate en televisión, procurando hacer “los deberes” antes de entrar en directo, nunca he ido con las manos vacías y lo que me ha importado son los temas a tratar, la gente que nos presta atención y el resto de contertulios y por ese orden, porque no se puede caer en la simplicidad en asuntos importantes, aunque trates de simplificarlos no los puedes infantilizar porque sería una falta de respeto a los que nos ven.
Queda casi un año y medio para las elecciones, tiempo suficiente para que los que salgan en los debates, sean los que de verdad estén preparados y para los que no lo están se aparten, no estamos ya para experimentos ni tonterías “si no puedes mejorar el silencio, calla” y les puedo asegurar que muchos/as no lo pueden mejorar ni queriendo.
… cuando en un debate ves que un teólogo pretende pontificar acerca de lo suyo, sin tener ni puñetera idea de lo que habla, diciendo que conoce la voluntad de un ser inventado del que nunca ha sabido nada a ciertas, que nadie ha visto ni hay pruebas de su existencia, mas que en la cabecita de aquellos que se aprovechan de ello, precisamente, es cuando entiendo lo que quieres decir con tu artículo…