Mientras nuestro presidente vuelve a tomarnos el pelo, esta vez, achacando a Putin la responsabilidad de la inflación, quiero ir un paso más allá y no hacer un mero escurrimiento del bulto, sin aportar nada por el bien de sus administrados. Nuestro presidente es el mismo que recientemente ha afirmado que, si descontamos la inflación, el precio de la luz no ha subido.
Podría pensarse que no ha recibido las dos tardes de clase de economía de su antecesor Zapatero pero Pedro Sánchez es licenciado en Ciencias Económicas y debería saber lo que dice ¿nos está tomando por tontos?
Pero quiero ser positivo. Es mi deseo aportarles alternativas y soluciones para preservar su patrimonio en tiempos de alta inflación o, lo que es peor, de estanflación. Así es, dejo a su criterio que tomen u obvien las propuestas que les presento. Son meras reflexiones para intentar ayudarles ante la que nos viene encima.
Vaya por delante que no me considero experto de nada, sino aprendiz de todo pero mi edad, formación y experiencias me han dado un cierto conocimiento financiero que quiero compartirles.
No digan que no les he avisado reiteradamente en esta columna sobre que nos venía una inflación del copón, motivada principalmente por la ingente cantidad de dinero que se ha imprimido estos dos años. Cuando ese dinero empezase a cambiar de manos, les decía, los precios iban a dispararse. Ya pasó en el pasado. No lo aprendí en la universidad ni en el MBA. Lo aprendí en “Hidden secrets of money” (Los secretos ocultos del dinero), serie de vídeos de Mike Maloney en Youtube. Imprescindibles.
Les aconsejé que compraran oro, plata y bitcoin, el auténtico, y que no dejaran más dinero del necesario en la cuenta corriente.
La inflación ya ha llegado. Y de qué manera. La inflación ha venido desde el punto de vista de la demanda pero también del de la oferta. El encarecimiento de las materias primas por problemas de abastecimiento y por el encarecimiento de la energía ha complicado todo.
Les informé de que estamos ante una estanflación, es decir, inflación que se junta con un estancamiento de la producción empresarial. Lo peor de un mundo con lo peor del otro, decía el creador de este concepto. Estamos ante una situación desconocida hasta no hace mucho, cuyas soluciones clásicas no sirven. Y encima, estalla una guerra entre dos países que son importantes productores de energía y alimentos a nivel europeo.
El panorama que nos viene es de órdago. Y nuestro presidente buscando culpables sin aportar soluciones efectivas. No sé si es el mejor momento para destinar 20.319 millones de euros en tres años para la igualdad entre hombres y mujeres. La desigualdad real vendrá por la mayor cantidad de pobres, hombres y mujeres, que ocasionará esta brutal estanflación.
Antes de la invasión rusa en Ucrania, la inflación española rondaba el 7%. Esa inflación no es de Putin, sr. Presidente. Esa inflación se quedará corta con el daño colateral que infringirá la guerra. Guerra que, por cierto, no ha empezado ahora. Ya desde 2014, el ejército ucraniano está en guerra permanente con milicianos de varios de sus territorios más cercanos a Rusia. Los niños de 8 años de la zona no conocen una infancia sin tintes bélicos y claman a sus mayores que pongan fin a la guerra.
Este conflicto va a traer un mayor encarecimiento del precio de suministros básicos que, unido a lo que ya llevamos sobre nuestras espaldas, van a generar una crisis económica duradera. Pero no vale lamentarse. Mucho menos culpar a otros. Lo único que vale es entrar en acción. Tomar decisiones para salvaguardar nuestro patrimonio.
Aquí van mis sugerencias y, como decía el anuncio, “busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo”. Pero no se quede quieto. Si lo hace, la inflación y, puede que el desempleo, le pasarán por encima.
La estanflación tiene un importante riesgo de desempleo por la reducción de márgenes empresariales que trae el estancamiento de la producción.
El objetivo que me he propuesto es ayudarles a vencer la inflación. Solo así no nos empobreceremos. Todo lo que no supere ese 7% de hoy o ese 10% que puede llegar tras computar los efectos de la guerra, es pérdida de valor.
Retire de sus ahorros un fondo de emergencia para subsistir entre 6 y 9 meses. Por si quedara sin trabajo y tuviera que tirar de él hasta la consecución de un nuevo oficio.
El resto debe destinarse a inversiones que puedan vencer ese 7%. Nadie dijo que iba a ser fácil. Si sus inversiones no lo consiguieran vencer, al menos reducirían la erosión de sus ahorros. Pero actúe. Lo peor es no hacer nada.
El riesgo y la rentabilidad siempre han ido de la mano. Así pues, para obtener mayor rentabilidad deberá arriesgar un poco.
Como le he dicho hasta la saciedad, invierta en oro, plata y bitcoin. Quien dice bitcoin, dice el auténtico bitcoin o activos digitales basados en la tecnología blockchain que aporten gran valor. Y los hay.
El oro está en máximos históricos y ha demostrado ser una reserva de valor. La plata tiene potencial de crecimiento. Bitcoin y las criptomonedas serias (no son todas, ni mucho menos) tienen como misión ser un sistema económico alternativo y la blockchain va a mejorar sectores de nuestra actividad. A largo plazo, son un valor refugio y su rentabilidad batirá en varias veces a la inflación.
Creo que este año va a ser un buen año para los buenos proyectos basados en tecnología blockchain. Esta tecnología es, básicamente, una evolución de Internet que permite la transmisión de valor de manera descentralizada y sin posibilidad de fraude. No pierda el tren. Estamos en un momento similar a quien invirtió en Yahoo! a principio de los años 90 del siglo pasado.
Otra opción más conocida para ganarle el pulso a la inflación se encuentra en el sector inmobiliario como valor refugio. Una estrategia interesante es la compra de viviendas para alquilar. Sí, lo sé, el precio de las casas está por las nubes pero voy a matizar mi estrategia.
Por razones familiares, desde joven he sido el encargado de arrendar apartamentos que adquirieron mis padres con sacrificio y vida austera. Conozco un poco el tema. En mi opinión, en la situación actual, es mejor comprar tres viviendas de 90.000 euros que una de 270.000.
Los ingresos por alquiler serán mayores en el primer caso. Para conseguir viviendas de ese precio hay que salir a la periferia de las ciudades o ir a ciudades o barrios dormitorio. La vivienda-tipo a buscar tiene que cumplir varios requisitos: tener reducidas dimensiones, ser apta para una pareja (y reducir el esfuerzo de pago del alquiler) y no tener extras de disfrute comunitario. Con casi total seguridad, con esos precios, el edificio no dispondrá de ascensor. No importa. Se alquila todo, sobre todo en Mallorca.
Mi estrategia pasa por aprovechar el apalancamiento que da la deuda bancaria. Sí, lo sé, la deuda no gusta a mucha gente. Y encima, los bancos dan préstamos a quien no los necesita. Hay que intentarlo. Un préstamo hipotecario para una vivienda que ronde los 90 mil euros a 25 años, rondará los 300-350 euros mensuales. Tengan en cuenta que si el banco le da un 80%, usted tendrá que aportar el 20% restante y el importe para afrontar los impuestos (ITP al 10%) y notaría (1%).
Haga números y verá que la diferencia entre los ingresos por alquiler y los gastos que asuma como propietario (IBI, mantenimientos, intereses de la hipoteca, periodos de desocupación, etc.), un vez pagados los impuestos, arrojará una rentabilidad interesante si la compara con el capital realmente aportado (no el que puso el banco). Esa métrica se llama ROCE (Return on capital employed o Rentabilidad sobre el capital empleado).
Esa es la clave, emplear el capital y no dejarlo improductivo en su cuenta corriente. Y no tenga miedo a la deuda buena (aquella que se destina a una inversión que aporta retornos). En este caso, la pagan los inquilinos y le dan un plus.
Además, ahora que no nos escuchan los bancos, les diré algo que no nos enseñaron en el colegio: en época de inflación es bueno estar endeudado. Las deudas pierden valor porque la inflación también se come el valor de los euros que debemos al banco.
Vienen turbulencias y hay que estar protegido. La inflación está considerada como un impuesto encubierto y, de esos, ya vamos servidos. Inviertan con cabeza para vencer ese deterioro de su patrimonio y, sobre todo, no olviden que la mejor inversión es en uno mismo.