Érase un vez un gato…tan grande, tan grande que tuvo que huir de Ucrania en una cesta para setas, no había transportin capaz de contener semejante animal, su dueña, una niña de 11 años de nombre Eva, vino a nuestra isla hace casi dos meses con su fiel amigo y una señora que llamaremos “madre”, no fue un viaje fácil, tuvieron que salir de Kiev por la guerra y durante unos días se refugiaron en lo cárpanos, casualmente se refugió en la casa de unos amigos de Dasha y en cuanto les comento que a lo mejor iría un tiempo a España no dudaron en ponerla en contacto con nosotros.
El viaje fue una aventura ya que no existen aviones capaces de aceptar mininos tan hermosos, así que carretera y manta, varios viajes de autobús hasta poder llegar a Barcelona desde donde embarcaron destino a Menorca, una odisea pero con final muy feliz.
Una vez en la isla y como es tradición últimamente en nuestra pequeña embajada ucraniana, tocaba paella con la familia que les acoge, a la que les estamos eternamente agradecidos, como siempre el encuentro fue genial y sirvió para unir lazos entre menorquines y recién llegados, desafortunadamente nuestro amigo gato no pudo acudir por cierto problemas sanitarios, logísticos y compromisos de agenda, eso si, remitió solicitud de “caps de gamba” y demás suculentos manjares.
Actualmente nuestros amigos se encuentran integrados en la isla, Eva acude al mismo colegio que mi hija menor y parece bien integrada con sus nuevos amigos, estoy seguro que esta experiencia en la isla será un bonito recuerdo para ella y quien sabe si finalmente les gusta tanto nuestra isla como para quedar definitivamente aquí, por mi parte, mi familia y seguro que por toda la Menorca serán bien recibidos, su madre también se ha integrado perfectamente y ha conseguido un trabajo esta temporada en un conocido restaurante de Mahón, no daré pistas pero seguro que hay pocas chicas rubias que crucen tantas veces un paso de peatones directo al mar.
Hace unos días organizamos una pequeña excursión a Isla del Rey, el gato excuso su asistencia, de todas formas fue un domingo fantástico junto a una docena de amigos ucranianos, “madre” tampoco pudo acudir por estar trabajando pero de todas forma Eva pudo disfrutar con su amiga también recién llegada Vera, su historia ya será capítulo para otro día.
Vamos a contar algo más sobre alguien que supo afrontar esta situación tan difícil, le daremos nombre por que su valor lo merece, Sasha o Alexandra es de Kiev, ella hizo lo que haría cualquier madre en su situación, buscar un lugar seguro para su hija, sabemos que se siente afortunada de haber encontrado nuestra isla y a toda la gente que amablemente las ha acogido, no sabemos cual será su futuro, pero tanto si decide regresar como si decide quedarse nos sentiremos muy felices de contar con ellas.