Desde hace varios años, algunos sectores primarios están padeciendo la falta de capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Vamos a poner un ejemplo que es fácil de entender en Menorca. El sector agrario y ganadero se ha visto cada vez más dependiente de ayudas externas para poder sobrevivir. Las amenazas de sequía, aumento del coste de combustibles, la merma de rentabilidad constante, son solo algunas de las motivaciones que han llevado a la gente del campo a manifestarse, ya fuera a través de interrumpir la Feria del Campo o sacando los tractores a la calle.
Si trasladamos esta cuestión al mundo de la pesca nos encontramos algo similar: hay cada vez más dificultades para poder sobrevivir. Por ese motivo se están desarrollando ya programas en los que se invita a turistas o personas interesadas en vivir de cerca lo que es la pesca, subir a una embarcación y acompañar a los profesionales. Así, cualquiera puede aprender a pescar. En Menorca, de las más de cien embarcaciones que salen a pescar, solo unas pocas que se cuentan con los dedos de una mano ya están ofreciendo esta idea.
Esto supone una ayuda económica a los propios patrones y, por tanto, una compensación a las dificultades propias de faenar. No se ejerce en embarcaciones de arrastre, solo en las de métodos tradicionales. Tampoco se ofrece a nivel de pesca submarina porque cada cual debe disponer de una licencia específica.
En Radio Menorca, Toni Font de la Fundación Marilles explicó que consideraban que las prácticas de pescaturismo pueden ser una buena idea por dos motivos; por un lado los pescadores consiguen una ayuda para el mantenimiento de sus puestos de trabajo y mejoran su rentabilidad económica. Por otro, se difunde entre la población y los turistas de cuáles son las dificultades reales del mundo de la pesca en un lugar como Menorca, donde están sometidos a restricciones, ayudas y subvenciones, a las inclemencias del tiempo, para poder trabajar (o no).
