Cuando un concierto empieza con La Mari de Chambao de telonera, sólo puede acabar bien, venga lo que venga después, y si lo que viene después es un Antonio Orozco entregado, acaba sublime. La segunda edición de Lazareto Gastro&Music Festival echó ayer el cierre con un concierto espectacular que hizo vibrar el Castillo de San Felipe y emocionó al público que agotaba el aforo. La animación de las horas previas se trasladó de la zona 'gastro' al escenario, donde poco después de las 22 horas, Chambao hacía su aparición.
Ataviada de negro, La Mari, acompañada de Celia Flores (coros), Agustín Carrillo (flauta travesera y eléctrica), Ricardo Moreno (guitarra), Oliver Sierra (bajo) y Juanito Heredia (percusión), - les presentó casi al inicio, como agradeció su trabajo a los técnicos al final- salió a escena agradeciendo a quienes apoyan la música en directo y avanzando que trabaja "En la cresta del ahora", el que será su nuevo disco después de ocho años -de «revolución», lo tildó-, dispuesta a «celebrar la vida» y a conquistar, cosa que hizo desde "Despierta".
Vitalista y divertida- «¡Cuándo me he visto yo en esa con un sobrasadón en la mano!», exclamó al recibir el sabroso detalle de una fan- arrancando las risas del público- desplegó su 'flamenco chili' poderoso y comprometido en temas como "Mis flores", "Lo bueno y lo malo" "Te lo dije" "Duende del sur" "Papeles mojados" o "Pokito a Poko", poniendo así una alfombra roja musical para recibir a su compañero de cartel, que saltó al escenario, deseoso de absorber la energía de Chambao y sumarla a la suya. Antonio Orozco compareció dispuesto a "La revolución", tema con el que ha avanzado el que será su noveno álbum de estudio, y en eso se convirtió su actuación.
Un levantamiento en toda regla de música e interacción- el artista no dudó en bajarse del escenario y cantar paseándose entre el público, desatando, aún más, la euforia-; una rebelión pertrechada de canciones- "No hay más", "Entre sobras y sobras me faltas", "Qué me queda", "Estoy temblando", "Mi héroe"-, una conmoción en forma interpretación conjunta y emotiva de la nada casual "Depende", de Jarabe de Palo, puesto que Orozco no se resistió al «honor» de compartir escenario con La Mari; una sacudida con el homenaje «a quienes nos hacen la vida más bonita y más fácil» con "Pedacitos de ti" en acústico; unas alegres últimas algaradas, tocando la una de la madrugada - "Ser o no ser", "Pido perdón"-, con un Orozco de ojos empañados de emoción y ovación clamorosa, dignos de una clausura por todo lo alto.
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Chambao y Antonio Orozco cierran Lazareto Festival en un concierto "de dalt de tot"
