Entre los efectos de la pandemia hemos podido ver el despertar de la creatividad en muchos nombres propios y Úrsula Mascaró es un claro ejemplo. La pintura ha llamado a su puerta.
La artista expresa en lienzo ideas, sentimientos o emociones y de este proceso aparecen colores que están vinculados al Mediterráneo, a su origen, al deseo de volver a conectar con su propia esencia. Así, no es casualidad que los tonos azules y marinos estén tan presentes en su propuesta casi monocromática. Ese casi, la diferencia entre un solo tono y algo más, viene en tonos metálicos. Dorados que salen del propio cuadro, que respiran y se agitan de una manera vital sobre el lienzo quieto. Los cuadros rompen con lo que uno espera encontrar. Una vez más Úrsula consigue romper esquemas.
No es fácil trabajar el mundo abstracto. Darse a conocer cuando empiezas en el mundo del arte es complejo, es una puerta muy pequeña. Sin embargo, la garantía de quien viene del mundo del diseño y la capacidad de Mascaró para hacer algo diferente, con un estilo propio que se antoja fácilmente reconocible, es probablemente un anticipo de lo que le espera a esta artista.
Ahora, Menorca recibe su trabajo. Realmente, parte de él. A lo largo de su cuenta de Instagram se puede reservar cita para ir a conocer in situ los cuadros, en Santa Ana, urbanización de Es Castell. A través de su cuenta de Instagram @ursulamascaro también se puede ver cómo ha ido dando forma a diferentes series de trabajos y colores, los que nos transmiten el mundo interior de la artista.
