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Sangrar por los demás

Una opinión de J. L. García Llagües

Una tendencia a revertir
Una tendencia a revertir
Los datos avalan que las donaciones han bajado en Menorca durante el último trienio

“Después de la propia sangre, lo mejor que el hombre puede dar de sí mismo es una lágrima”. La frase no es mía, sino del historiador, político y poeta de origen francés Alphonse de Lamartine (1790-1869). Y la verdad es que, tal cómo habrás hecho tú -querido lector/a- en múltiples ocasiones, la acabo de encontrar gracias a Google. Sin embargo, creo que define a la perfección lo que está ocurriendo en las islas -y me atrevería a decir que en el resto de España- con las donaciones de sangre.

Los datos aportados por la  Fundació Banc de Sang i Teixits de les Illes Balears están ahíde los más de 3.000 residentes de Menorca que compartieron el plasma y las plaquetas que corren por sus venas en 2013 se pasó a poco más de 2.500 personas participantes en el programa durante el año pasado, con un descenso del 14 % en el último trienio. Si la evolución fuera aritmética -y se siguiera este ritmo de forma constante, sin incrementarse- en 18 años el número de donantes bajaría al cero: las provisiones ni siquiera existirían. Quizá ese es el futuro que nos espera, quizá solo vivimos una mala época marcada por una confluencia de factores.

Es cierto que las islas han perdido habitantes, con el éxodo de extranjeros como principal causa. Es cierto que en épocas tan duras como la reciente crisis económica quizá el ciudadano medio se ve obligado a pensar en si mismo y aparca la solidaridad. Sin embargo, también es cierto que la situación no deja de ser vergonzosa. Y hay que ponerle remedio. Las excusas no valen.

Por ello, la Fundación Banc de Sang i Teixits ha realizado esta semana un llamamiento a la población: hay grupos específicos donde las reservas de sangre están al 25 %. Y parece que la respuesta está siendo positiva “Estamos desbordados con la participación” me comentaban desde el departamento de prensa hace dos días. Y que así sea por mucho tiempo. Que no sea una simple moda pasajera.

Lo cierto es que yo he donado muchas veces. Creo que incluso he leído por ahí que es sano para el cuerpo, ya que es como si te renovaras por dentro. Pero no lo he hecho por eso, sino porque me gusta pensar que si alguna vez yo o alguno de los míos lo necesitamos, habrá sangre para curarnos. No nos quedaremos en la estacada.

Por ello, solo cabe animarte -querido lector- a que pinches en el calendario de donaciones (aquí puedes hacerlo), te informes de dónde y cuándo puedes ir, sangres por los demás y convenzas a tus allegados para que hagan lo mismo. Recuerdo cuando hace algunos años hice lo propio con una amiga, fuimos a s’Esplanada a de Maó y acabó mareada. Eso es lo peor que te puede pasar. Un sacrificio nimio si piensas en el bien que estás haciendo.

Porque como dijo el bueno de Lamartine -gran amigo a partir de ahora- después de tu sangre lo mejor que puedes dar de ti mismo son las lágrimas. Quizá, si las cosas no cambian y no tomamos conciencia de lo que ocurre, los lamentos invadan nuestras almas. Solo cabe espera que nunca lleguemos a conocer este escenario.

@jlgllagues

PD: No sé tú -querido lector- pero yo he decidido ir a donar ya.


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