De un lado tenemos a quienes defienden que se reconvierta una antigua edificación obsoleta que se dedicaba a alojar vacas en un espacio donde alojar a turistas. No supone construir más metros y da una oportunidad a los moradores del lloc de sacar provecho a una actividad de servicios que deja dividendos.
Por otro lado hay quien advierte que la ley no pone límites de antigüedad; transformar en turístico un almacén que se construyó hace un par de años sería igual de válido que reformar un abrevadero del siglo pasado.
Los ecologistas del GOB apuntan que algunos proyectos se están aprovechando de esta tibieza de la ley para convertir todo lo que se pueda y reduciendo a la nada el motivo agrario o ganadero original de la finca. Es decir, en lugar de hacer un agroturismo de aquellas viejas casas, lo convierten directamente en una pujante urbanización para los turistas. En lugar de crear una oferta complementaria se está sustituyendo de cuajo un uso por otro.
Mientras el GOB habla del proyecto de Son Vell en Ciutadella, la lista de proyectos de reconversión siguen buscando su oportunidad. Esto debería alertar a los legisladores para ajustar los límites al desarrollo de obras en rústico. Sin embargo, el mundo de la empresa de Menorca habla de la búsqueda de proyectos de viabilidad económica sujetos en todo momento a la normativa.
El debate está servido.
Debate abierto: ¿cómo debe reconvertirse la actividad económica rural de Menorca?
