La película de los hechos empezó a las ocho de la mañana cuando Julià y Fernández-Cid se intercambiaron unos documentos en los que cada parte manifestaba sus peticiones para mantener la actual estructura jerárquica en el hospital. Poco antes de la una de la tarde ambos se volvían a reunir. Según Julià se le ofreció a Fernández-Cid continuar en su cargo bajo dos únicas condiciones. La primera es aplicar un modelo de gestión según criterios objetivos de Medicina Intensiva. La segunda era que la dirección del hospital supervisaría la actividad en la UCI y se realizarían evaluaciones periódicas bajo los parámetros objetivos fijados. "Tras una breve consulta con personas de su confianza se ha negado a aceptarlo" explicó Julià. El director-gerente apuntó a los medios de comunicación en una comparecencia que esta negativa rotunda le dejaba muy poco margen de maniobra.
Pero tras las palabras de Romà Julià quien habló fue Fernández-Cid. Lo primero que dijo es que "yo no me he negado a firmar un acuerdo", pero señaló que nadie le ha enseñado qué modelo es el que se quiere aplicar en el Mateu Orfila.
El todavía responsable de la UCI fue tajante: "Romà Julià miente. No tiene un modelo y por ello el cese que quiere aplicar no tiene ninguna base". Fernández Cid expuso que no se opone a trabajar con indicadores objetivos, pero primero debe definirse el modelo, presentarlo y aplicarlo. "No voy a firmar un cheque en blanco porque quizás decidan un modelo absurdo y me vería obligado a aplicarlo".
Fernández-Cid explicó que para continuar con su trabajo pide poder seguir sin condiciones. Añadió que "por ahora no se me ha entregado ningún escrito de cese por lo que yo sigo con mi trabajo". Lo que también añadió es que ya tiene todo su material del despacho en cajas para poder desalojarlo tan pronto como le notifiquen su ceses.
