Desde que las herramientas digitales entraron en nuestras vidas han traído una amplia variedad de mejoras. Solo hay que recordar cómo se hacían las cosas antes; un escrito o una carta debía ser escrita, enviada, debidamente recibida, compulsada según el caso, e interpretada, contestada, clasificada y archivada. Todo esto se resuelve muchísimo más rápido y mejor sin la necesidad de que el administrado se desplace y sin hacer colas, con el tiempo que se ahorra uno.
Pero de la misma manera que en el pasado el analfabetismo era un agravio para algunos, la falta de dominio de cómo funciona la administración electrónica se vuelve un engorro mayúsculo para algunas personas hoy, particularmente para aquellos que no se subieron al carro tecnológico.
Otra de las pegas que tiene el sistema actual es que hace desaparecer un elemento humano importante para el apartado “resuelva sus dudas”. Antes había alguien que daba la cara y al que se le podía pedir la ayuda necesaria a interpretar o abordar temas burocráticos enrevesados. Ahora, con suerte, hay un chatbot, inteligencia artificial o un “diríjase a la web“.
De la misma manera que no toda la sociedad tiene el mismo nivel de conocimiento de las herramientas digitales para hacer los trámites con su ayuntamiento, Consell, Govern o entidades del Estado, también es cierto que no todas las administraciones se han preparado igual de rápido o al mismo nivel.
Varios estudios analizan los pros y contras de la Administración electrónica y coinciden en lo que decíamos unos renglones más arriba: que uno de los instrumentos para mejorar la eficiencia en las administraciones públicas es el uso de la administración electrónica: evita desplazamientos, aumenta horario a 24 horas los 7 días a la semana y permite reducir las tareas administrativas al ser los ciudadanos los que graban los datos.
Pero de forma voluntaria es difícil pasar de un 10 % de uso de la administración electrónica (en este caso hablamos del ejemplo de La Rioja). El incumplimiento de plazos por parte de administrado o Administración sucede más a menudo de lo deseado. Los códigos, pines, contraseñas se utilizan para verificar y autentificar personas, documentos y procesos pero se olvidan, pierden, confunden con mucha facilidad.
Para acabar de rematar acabamos de pasar un examen sorpresa sobre el tema; la pandemia. Todas las virtudes de la Administración electrónica han aflorado en la tesitura del confinamiento, al mismo tiempo que así lo han hecho las deficiencias o las dificultades de muchos para usarla. Un ejemplo claro ha sido contactar con el SEPE para aclarar la situación laboral de quien estaba en ERTE o para pedir una ayuda.