El Obispado ha hecho lo que debía. Los fieles expresan su desacuerdo. ¿Amor? ¿Doctrina? ¿O las dos cosas? Sigue coleando en la Isla la polémica por la decisión del Obispado de Menorca de apartar de la catequesis a una mujer, de hondas convicciones y compromiso con su comunidad, por haber contraído matrimonio civil con otra mujer.
No se le impide seguir realizando otras funciones, pero sí enseñar a otros la fe que profesa, cuya doctrina no permite el matrimonio canónico entre personas del mismo sexo, por mucho que el papa Francisco y el Vaticano hayan defendido las uniones civiles entre ellas. En esto el Obispado tiene “su” razón, pero muchos cuestionan que su razón sea la razón.
“Nos sentimos responsables de garantizar a los fieles que la doctrina impartida en nuestras catequesis se corresponde con el pensar y sentir de la Iglesia”, sostiene coherente el Obispado, tan lógico como que un colegio impidiera impartir la asignatura de Valores Éticos a una persona reconocidamente machista, por ejemplo.
La clave está en ese “pensar y sentir de la Iglesia”. En si la manera de pensar y sentir que se plasma en la doctrina que avala la decisión del Obispado, sustenta la organización eclesial, vertebra la vida de las comunidades y se va revisando progresivamente, se adecua al pensar y sentir de los fieles en este 2020, y si debe o no deber hacerlo.
La de la Iglesia Católica es una historia de puras, aparentes, contradicciones: la doctrina y el mandamiento del amor, el libre albedrío y el pecado, la jerarquía institucional y el derecho a la libertad y la dignidad de todas las personas, libres e iguales a los ojos de Dios; la resignación y la obediencia junto a la llamada a los bautizados de seguir el ejemplo de Jesús y luchar contra la injusticia…
No es fácil, ni ha sido fácil, para los creyentes -desde jerarcas a humildes parroquianos- estar en comunión con la Iglesia de la que forman parte en todo momento ni en todo lugar. Ni lo será. Las sensibilidades y las opiniones- fundamentadas en la doctrina o en el amor, o en la mezcla de ambas- son infinitas, tantas como creyentes.
La jerarquía, y buena parte de los fieles, deben y van a seguir defendiendo una doctrina que permite a la Iglesia permear sociedades y almas de todo el mundo, y esa doctrina sólo cambiará cuando la jerarquía, y otra buena parte de los fieles, sean capaces de transmitir que su manera de pensar y sentir se adecúa más al mensaje de Jesús (y eso se plasme en la doctrina).
El cambio no será rápido. Aunque la Iglesia Católica haya corrido más de lo que parece en las últimas décadas, no corre ahora lo suficiente, casi nadie lo hace en estos tiempos súper acelerados, engañosamente individualistas, en los que todo lo que era sólido parece desvanecerse a marchas forzadas.
Pero el cambio urge. Para evitar tantas fes como creyentes donde debería haber una capaz de abrazar a todos; la división donde debería haber unidad y concordia; y, con el tiempo, lo que siglos de historia, con sus errores y contradicciones, no han conseguido: el desapego a un mensaje, que, en ocasiones, parece inédito de tanto que lo eclipsan las polémicas, absolutamente revolucionario en tiempos de Jesús, también ahora.
Sentirse y actuar como hij@s de un Dios vivo y presente tanto en la creación como en la historia mano en mano…he aquí “La prueba del algodón”.
… dos consideraciones a este mensaje indisimuladamente apologético = UNO, el tema de fondo es que los fieles no se están rebelando tanto contra la jerarquía católica, como contra el propio DOGMA, es decir, se está cuestionando la propia doctrina de la iglesia, lo que es inédito y preocupa sobremanera al obispado… la gente está empezando a cuestionarse sus creencias o la menos la manera en las que las quiere vivir, y eso es novedoso, hay bortes verdes que auguran esperanza en la madurez de la sociedad menorquina captada por la secta… y DOS, los medios de comunicación no nos dicen que los catequistas NO cobran por su trabajo, algo habitual en las sectas, que además se embolsan una buena mordida de lo que SÍ les cobran a los padres para que sus retoños acudan a catequesis, negocio redondo… me ha parecido vergonzoso que el obispo le recuerde a la protagonista del bulling que si bien no le dejan dar enseñanzas a los niños, puede seguir dando generosamente su tiempo y esfuerzo en otras labores a favor de la iglesia… de todos es sabido las funciones que la secta reserva a las mujeres en su organización, limpiar, barrer, fregar, hacer pastelitos para su venta, y remendar los calcetines de sus compañeros masculinos… no sé a qué otras funciones se referirá el obispo, pero seguro que se lo agracecerán con aire, o cuanto menos con un capón como en el presente caso… yo, afortunadamente, no tengo ningún sentimiento religioso, pero intento ponerme en el sitio de esta chica, y me apena ver cómo les sigue haciendo la pelota, seguramente por sus particulares convicciones, me atrevería a decir que como una esposa maltratada que intenta desviar la atención perdonando a su esposo a cada vez, e intuyo que lo debe de estar pasando francamente mal, cuando desde mi punto de vista la soluciuón es tan sencilla como mandarles a pastar a todos con viento fresco… no te merecen
En una sociedad como toca todos los demás catequistas dejarían su puesto. Además, no entiendo porqué gente como esta catequista se empeñan en ser “socios” de un club donde claramente no les quieren. Quitemos de una vez poder a una gente a la que nadie ha votado.
No se puede estar a la sartén y las tajadas. Cambie esta señora de religión, en esa no tiene cabida, como en tantas otras. En vez de dar catequesis que organice la fiesta del orgullo gay, estaría más en consonancia y parecería más coherente.