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“El fondo que todos recomiendan”

Un artículo de José A. García Bustos

Dinero sobre una mesa.
Dinero sobre una mesa.

Imagine que su asesor financiero le dice que está por venir un colapso económico y que, si quiere salvar su patrimonio, debe invertir en un determinado fondo. Es el único que preservará su patrimonio. Con él podrá asegurar su futuro y el de sus hijos.
Ese fondo le permitirá asistir a clubes selectos con otros inversores. Quien no invierta en él no tendrá derecho a entrar.
Pero usted tiene su dinero en otro lado. Le costó mucho ganarlo y no quiere arriesgarlo.
Actúe rápido porque todo se hundirá, le exhorta su asesor. Hágame caso, solo aquí salvará su patrimonio. Y desconfíe de quienes opinen diferente.
Se va a casa a comentarlo con su pareja. Se empiezan a asustar y ponen la tele. El presentador del informativo concuerda cien por cien con el mensaje de su asesor. Cambia de canal y todo el mundo recomienda lo mismo. Contertulios habituales y personajillos famosos menosprecian a los que no están de acuerdo: magufos, antifondos, niegacolapsos, …
Pasan los días y el mensaje lo replican todas las cadenas de televisión, españolas e internacionales. Debe ser verdad porque, menos el tenista que va por libre, todos dicen lo mismo. Zapatero a tus zapatos, piensa usted.
Lee en prensa que otro asesor ha sido expedientado por el colegio de economistas tras cuestionar ese fondo y recomendar otro.
Su rentabilidad es imbatible, lo dicen las estadísticas. El resto de fondos parecen haberse ido de vacaciones porque ya no aparecen en los listados.
Lo recomienda todo el mundo en las comidas. Un inquieto amigo opina, entre plato y plato, que ha leído sobre otras alternativas de inversión y el resto de comensales se ríen de él: ¿Acaso sabes tú más que mi asesor financiero?
De vuelta a casa se cruza con su vecino en el portal quien se interesa por su semblante preocupado. Le habla de otras soluciones de las que nunca había oído hablar que pueden preservar su patrimonio.
Usted se va con la mosca detrás de la oreja. Surge un último atisbo de duda y acude a Google a buscar otras opiniones.
¡Cuidado, lo puede perder todo si invierte en ese fondo! avisa su creador en uno de los resultados aparecidos en la quinta página de Google. Lo mismo afirma más abajo un lejano premio Nobel de Economía. Ambos son mayores y los resultados de las primeras cuatro páginas que arroja la búsqueda en Google menosprecian sus opiniones.
No les hagan caso, dicen los verificadores de hechos o “auditores de la verdad” que ocupan los primeros resultados arrojados. Estos señores chochean y lo que dicen es mentira.
Google, mis amigos, la tele y mi asesor no pueden estar equivocados, piensa usted.
Para relajarse pone Netflix y busca la película que le han recomendado durante la comida. La del asteroide que viene hacia la Tierra. El filme consigue su objetivo y su subconsciente le envía la señal definitiva: Se acaba el tiempo, haz caso a los que saben y pon a salvo tu patrimonio.
Al final accede e invierte la mitad de su dinero en el fondo en cuestión. Pero no basta, le piden que lo invierta todo. Incluso la nómina de cada mes. Lo hace. Su patrimonio parece estar seguro. Usted está tranquilo. Pero su decisión es irreversible. Si el fondo falla ya no podrá recuperar su dinero.
El colapso económico no viene. Pasa el pánico pero ya no puede recuperar su dinero. El fondo solo opera en épocas de miedo. Exige responsabilidades pero nadie las asume. Usted es mayor de edad y decidió libremente, le dicen. Se le presupone un cierto nivel de cultura financiera, añaden. Nadie le firmó esa recomendación de inversión ¿verdad?
Usted se ha empobrecido y los banqueros se han enriquecido. Descubre que ellos son los dueños de las cadenas de televisión, de los “auditores de la verdad”, de Netflix y de Google. Y hace años que crearon la corriente de opinión financiera dominante. Si pudiera volver atrás…
Conclusión: Estudie, indague, tenga mente crítica y nunca se deje llevar por opiniones interesadas (ya sea de manera consciente o inconsciente) o de víctimas del miedo.
Vea más allá del “pan y circo” de la televisión, dude de quien diga que es un experto (la palabra más prostituida de los últimos tiempos), fórmese para compensar la mediocridad de la educación actual que permite pasar de curso con suspensos y nunca, nunca tome decisiones en estado de shock.
Solo así podrá separar el grano de la paja y tomará una decisión meditada. Mantenga intacto su patrimonio y, sobre todo, su salud.
Si no posee nada, no será feliz.


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