La defensa de un modelo sostenible en un entorno (biodiversidad) a preservar es la razón de ser de una reserva de la Biosfera. Lanzarote y Menorca son hermanas en esta aspiración y su concesión por parte de la UNESCO fue efectiva al mismo tiempo, en 1993.
Pero la fotografía de cada una de estas islas es bien diferente.
Lanzarote está en un archipiélago y en una latitud que le confiere un aspecto árido y desértico, con un origen volcánico que se descubre en su paisaje.
Menorca es una perla natural en el centro del Mediterráneo occidental con un mosaico geológico y natural que sorprende por su pequeño tamaño.
Lanzarote es más grande, pero no mucho. De las 86.610 hectáreas de la canaria, Menorca apenas supera las 71.000 hectáreas. Lanzarote ya contempla un censo que (según datos de 2012) era de 142.132 habitantes, mientras que un año antes el de Menorca era de 94.875. Los datos de turistas según la web oficial rondan los dos millones mientras que el tráfico de pasajeros por el aeropuerto de Menorca (al menos este 2017) superaba por segundo año consecutivo los tres millones.
Mientras que a nivel político se utilizan herramientas similares en cuanto a la protección del territorio, con un PTI en Menorca y un Plan insular de Ordenación, a nivel exclusivamente natural, ambas islas tienen especies endémicas en flora y fauna a proteger. Aquí los datos que disponemos son varios, aunque no siempre cotejables. Lanzarote registra 98 endemismos de fauna y 16 de flora mientras que conocemos datos de Baleares que alcanzan los 300 en el conjunto del archipiélago. Mientras en Lanzarote destacan el Lagarto de Haría o el Perenquén rugoso, en Menorca nos representa la lagartija (o lagartijas en sus diferentes subespecies). Todos ellos reptiles diferentes y singulares. También Menorca hace gala de su Milano real.
Aquí podríamos seguir una larga lista de especies en la que Lanzarote gana de nuevo por número al incorporar toda la parte marina que está ya contemplada en su perímetro de la Reserva de la biosfera.